Fomentamos, un poder colectivo que les arrebata clientes a los pagadiario de los barrios

Por El Armadillo

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9 de julio de 2025

La corporación, fruto de una alianza entre cooperativas y oenegés, ajusta más de 20 años con estrategias de microcrédito y ahorro para capitalizar los negocios y el rebusque de los más pobres. Aquí, algunas historias sobre el impacto en lo colectivo y lo comunitario de los cerca de 25 mil asociados.

Por: Mateo Isaza Giraldo/ El Armadillo*


En Manrique Oriental parte alta hay muchas olgas, pero una sola Olguita. Olguita, la vendedora de revistas, la tintera, la de los salpicones con helado, la de la tiendita, la de las micheladas de maracuyá y mango. Olga Lucía Bedoya, la de los mil y un negocios y, sobre todo, la mentora de los círculos solidarios.

“Llevo cuarenta años en el barrio y todo el mundo me conoce. Me encanta crear los círculos, convocar gente y una vez el grupo anda solo, salirme y crear otro porque los beneficios son muchos. Las reuniones —quincenales— son en mi casa y es bueno porque uno ahí comparte con los vecinos y se siente acompañado”.

Olguita habla de los círculos solidarios, una estrategia de crédito colectivo creada por la corporación para el Fomento de las Finanzas Solidarias, Fomentamos, para estratos 1, 2 y 3. En ellos, un grupo de mínimo diez vecinos se juntan para que Fomentamos les preste plata a tasas muy bajas (0,97 %, en promedio) por un periodo de doce semanas.

El monto de los préstamos depende de las posibilidades —y los propósitos de cada uno—, pero la idea es que siempre sea para capitalizar los negocios o emprendimientos y que si alguno tiene dificultades para pagar una cuota, los otros integrantes del círculo puedan responder de manera solidaria.

“Uno empieza por ejemplo con $300 mil para surtir el negocio y a medida que trabaja y paga las cuotas en ese ciclo, después puede aumentar el monto y empezar a prestar o ahorrar para otras cosas”, explica Olguita.

Los beneficios de pertenecer a los círculos solidarios van desde acceder a créditos para personas reportadas en centrales de riesgo y acceder a un fondo mutual, hasta recibir acompañamiento profesional —cada círculo recibe asesorías de un promotor de Fomentamos— para entender la cultura del ahorro y la posibilidad de sanear las finanzas. Muchos de esos vecinos trabajan en la informalidad y antes de llegar al programa tuvieron que acudir a préstamos en los gota a gota —o paga diarios— que cobran en los barrios intereses por encima del 20 %.

Tejido social y punto de encuentro

Una comparación cercana con los círculos solidarios, porque comparten algunas características, es lo que se conoce de manera coloquial como natilleras: pequeños grupos de personas conocidas entre sí que ahorran, cada uno el monto que pueda, y se reúnen periódicamente para compartir. Sin embargo también hay diferencias grandes porque los créditos de los círculos solidarios de Fomentamos siempre son trimestrales, las tasas de interés de los préstamos son fijos y están regulados por entidades como la Superfinanciera y la Supersolidaria.

Más que una natillera —cuenta Yennifer Pinto, líder de expansión nacional de Fomentamos— los círculos solidarios son como pequeñas cooperativas barriales en las que vecinos o conocidos se juntan para acceder a créditos a muy bajas tasas para capitalizar sus negocios. Como parte de ese proceso también tienen metas de ahorro, pueden inscribir a sus familias a seguros exequiales y reciben el acompañamiento de un promotor social que los capacita en educación financiera, contabilidad básica y otros temas complementarios como asociatividad o productividad colectiva.

“Aquí hay historias muy bonitas de gente que llegó a su primer círculo solidario con hasta diez o doce pagadiarios, con deudas por todos lados y que a través de las asesorías y del acompañamiento se pone al día; otros liderazgos que crecieron y que ahora son ediles o edilesas; gente que con el ahorro de años se hizo a su primera casita; grupos que llevan años y que se convierten en espacios seguros, en otra familia. El gancho por el que muchos llegan es el crédito, pero en sí ellos empiezan a hacer es cohesión y tejido social”, cuenta Pinto.

Cerca del 80 % de los 25 mil asociados de Fomentamos son mujeres, muchas de ellas madres cabeza de familia. Foto: cortesía.

Esos vínculos que han aparecido en los cerca de 20 años que tienen los círculos solidarios hacen, por ejemplo, que haya historias como la de don Rodrigo, un vendedor informal de aguacates en el parque de Caldas (Antioquia), a quien su grupo de Fomentamos apoyó cuando estuvo enfermo y no podía pagar la cuota semanal. Cuenta Pinto que todos decidieron asumir la deuda del préstamo y fue una compañera del círculo la que lo cuidó unos días porque era un adulto mayor y ya no tenía familia.

(Lea aquí Coonvite: arquitectura del cuidado en una ciudad autoconstruida)

Esa idea de préstamos a los más pobres no es nueva: viene de hace cerca de 50 años y a unos 16 mil kilómetros de distancia. Fue el economista Muhammad Yunus quien, en la década de los 70 en su natal Bangladesh, comenzó a implementar los microcréditos colectivos, a tasas favorables, a un grupo de mujeres tejedoras como una medida para combatir la pobreza. Esta idea fue escalando hasta convertirse en el Grameen Bank. Yunus es reconocido en el mundo como “el banquero de los pobres” y recibió en 2006 el Premio Nobel de Paz.

Fomentamos nació en Medellín en 2003 gracias a una alianza entre algunas cooperativas y varias oenegés de la ciudad que se inspiraron en la experiencia de Yunus y el Grameen Bank. Hoy la corporación tiene entre sus socios a entidades del sector solidario como Confiar, Cobelén, Cotrafa y Cogranada, y a colectivos como Vamos Mujer, Convivamos y el IPC. Luego de 22 años de caminar, conversar y echar el cuento, son más de 25 mil personas las que participan en 1.600 círculos solidarios en 13 departamentos del país, entre los que están Antioquia, Boyacá, Chocó y Cundinamarca.

En los círculos solidarios, los afiliados reciben capacitaciones en temas como modelos de negocio o contabilidad básica. Foto: cortesía.

Tirar una plancha, estudiar o conocer el mar

Juvenal, don Juve, nació en Urrao, pero desde muy niño la vida lo puso en Medellín. Primero vivió en Granizal, luego en el Doce de Octubre y, desde 1996, en Carpinelo, en la comuna 1. Trabajó en vigilancia y ahora que está pensionado tiene un negocio a pocas cuadras de su casa donde los vecinos toman tinto o cerveza y juegan cartas.

Desde hace ocho años es el tesorero del semillero Carambolas, uno de los círculos solidarios más constantes de esa zona de la Nororiental. Por eso saca el cuaderno y muestra, orgulloso, la lista escrita a mano con todos los integrantes del grupo y el resumen de la cuota semanal:

—Margot: 90.000
—Yovani: 40.000
—Mónica: 20.000
—Natalia: 50.000

“En este momento somos 21 en el grupo y generalmente cada semana todos dan la cuota. Para mí es una responsabilidad porque todos confían en mí y soy el encargado de ir a consignar. El propósito de los círculos es impulsar negocios e ir ahorrando si tiene forma, porque a veces no hay forma. Yo, por ejemplo, hace un tiempo estoy ahorrando para tirarle una plancha a mi casa. De adobe en adobe voy organizando la casita”.

Más allá de la posibilidad de ahorrar y de prestar plata a tasas bajas, Juvenal valora que las reuniones quincenales del círculo solidario se convierten en espacios en los que los vecinos del barrio aprenden cosas nuevas, conversan y se acompañan unos a otros: “Uno ahí también cuenta sus cosas y muchos se desahogan”.

Marta Eunices Londoño—también vecina de Carpinelo— tiene 57 años y desde hace dos décadas tiene una tienda en el barrio. Dice que llegó a Fomentamos por el “voz a voz” cuando se estaba creando el primer círculo en esa zona y que estar allí les ha servido, a ella y a su esposo, para ahorrar con diferentes metas: organizar la casa primero, la fiesta de quince años de su hija hace un tiempo y los gastos que implica que ahora otro de sus seis hijos estudie desarrollo de software en el Sena.

“La verdad que entrar a Fomentamos fue una bendición muy grande. Antes de eso fue mucho lo que nos tocó prestar en gota a gota. Hoy mi esposo tiene un crédito y yo otro, y uno aprende que lo que presta es para trabajar e invertirle al negocio porque siempre da dificultad pagar”, cuenta Marta Eunices.

A Olguita, la líder comunitaria con la que empezó esta historia, estar en Fomentamos le ha servido también para ponerse metas concretas y para responder a las calamidades que a veces trae la vida. Primero fue comprar lavadora, arreglar daños en la casa o pagar servicios funerarios, pero también han sido cosas que nunca se le olvidarán como la vez que fue con su esposo a conocer Cartagena.

*Este contenido hace parte de una serie de historias financiadas por la cooperativa Confiar, sobre el impacto de proyectos asociativos.

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