La Fundación Solidaria Oriente Antioqueño (Fusoan) nació en el 2000, durante uno de los momentos más críticos del conflicto armado, y se convirtió en un salvavidas para cooperativas y sus afiliados en muchos rincones de esta subregión. Desde entonces ha transformado su rol para impactar otras iniciativas y tener incidencia política en la región.
A principios del año 2000, un grupo de cooperativas de ahorro y crédito de varios municipios del Oriente antioqueño perdieron entre el 50 % y el 70 % de sus afiliados porque la gente huyó de la guerra. Miles de familias campesinas empacaron lo poco que alcanzaron y salieron de pueblos como Granada, Cocorná o San Carlos hacia Medellín o cualquier otra ciudad de Colombia.
Aunque no parece tener mucha relación con ese contexto de crisis humanitaria, un par de años antes pasó algo que luego tendría consecuencias en la forma como algunas cooperativas y asociaciones del Oriente se (re) organizarían en ese escenario de la guerra. Se trata de la aprobación de la Ley 454 de 1998, que reguló la economía solidaria.
“En cada pueblo había mínimo una cooperativa, un poco aplicando principios de la doctrina social de la iglesia de los 70. Fueron nueve [cooperativas] del Oriente las que en ese momento crítico se juntaron y crearon la fundación, en principio, para entender la norma y para mirar cómo sobrevivir y ayudarse entre todas porque la gente se les estaba yendo”, cuenta Luis Fernando Calle, actual director ejecutivo de la Fundación Solidaria Oriente Antioqueño (Fusoan).
Fusoan nació el 10 de octubre del 2000. Luis Fernando explica que esos primeros años el rol de la organización se concentró, sobre todo, en mirar hacia adentro: asesorar a las cooperativas fundadoras, dirigir comités de crédito y de riesgo, mirar alternativas para atender afiliados en otros lugares y liderar “vacas” para que algunas cooperativas no se terminaran de quebrar, pues algunas de ellas se hacían inviables por falta de dinero.
Hoy, 25 años después, sobreviven cuatro de las nueve cooperativas de ahorro y crédito fundadoras: Coogranada y Creafam [ambas de Granada, aunque luego se extendieron a otros municipios], Coosanluis y la cooperativa Pío XII de Cocorná. Las cinco que no sobrevivieron a las crisis fueron COOPSAJOL (San Vicente Ferrer), COOPROCAM (Cocorná), COOMUSFRAN (San Francisco), COOPSANCARLOS y COOPALEJANDRÍA.
Pasaron los años y a esta iniciativa de colaboración entre cooperativas del Oriente llegaron nuevas aliadas. En 2006 se unieron las cooperativas León XIII de Guatapé y Confiar, y un año después lo hizo Cooabejorral.
Esa primera etapa de Fusoan, cuenta Luis Fernando, se concentró en hacer encuentros cooperativos en el Oriente para identificar las asociaciones de cada municipio y analizar cómo hacerlas más fuertes para cubrir otros municipios en los que la crisis de principios de siglo debilitó el tejido asociativo. Así, por ejemplo, Coogranada llegó a San Carlos, Alejandría y Concepción, que habían quedado huérfanas de cooperativas de ahorro, mientras que Creafam se expandió a Nariño y San Vicente Ferrer. Con esas incorporaciones, las cooperativas crecieron, ayudaron a reconstruir el tejido social y apalancaron financieramente la reconstrucción física de varios pueblos como Granada, azotados por la guerra entre guerrillas, paramilitares y fuerzas militares.
Tender puentes e invertir en lo social
En 2010, las cooperativas que integran Fusoan habían crecido respecto a lo que eran una década atrás. Muchas tenían oficinas en Medellín y otras ciudades del país. Entonces, la junta directiva decidió darle a la fundación un giro estratégico para convertirla en un actor más regional y más político, aunque no partidista.
Así, Fusoan se empezó a relacionar con actores como la pastoral social y la Diócesis de Sonsón Rionegro y a integrar espacios relevantes en la subregión como el Programa de Desarrollo para la Paz (Prodepaz). Hacia adentro, Fusoan se concentraba en la formación y cualificación de procesos de economía solidaria, pero hacia afuera se proyectaba a través de alianzas con actores públicos y privados.
“Fusoan es una organización muy femenina y muy bisagra porque cuida, conecta. En algunos escenarios económicos de los que participamos [como el Comité Universidad Empresa Estado] nos ven como muy sociales, pero en escenarios sociales [como el Pacto por la Construcción de Paz Territorial en el Oriente1 El Pacto por la Construcción de Paz Territorial del Oriente nació en 2015 y es una iniciativa construida entre víctimas, firmantes de paz, comparecientes y organizaciones del territorio, y busca aportar a la reconciliación en dicha subregión. ] nos ven muy económicos. Eso nos permite hablar con mucha gente: con alcaldías, empresarios, pero también con organizaciones ambientales o asociaciones de campesinos”, dice Luis Fernando Calle.
Verónica Vahos fue la directora de Fusoan desde 2012 hasta 2021. Habla del trabajo de la Fundación como una mezcla entre lo técnico, lo político y lo social, y destaca que sigue siendo un actor relevante en la subregión en temas construcción de paz y en fortalecimiento de las organizaciones comunitarias:
“En alianza con la Unidad para las Víctimas, Fusoan logró, por ejemplo, hacer un cruce de las bases de datos de las cooperativas con el Sistema Nacional de Atención Integral a las Víctimas e identificamos que había un porcentaje muy alto de los asociados que coincidían. Y eso significó procesos y proyectos diferenciales para esa población (…) también ha representado reconocer a las cooperativas como actores políticos, por ejemplo fue clara la postura por el Sí en el plebiscito y la apuesta por la pedagogía en ese momento sobre lo que se decidía”.
Esa incidencia política también se concreta en la apuesta por promover, junto a otros actores de la subregión, espacios de conversación alrededor de temas clave como el proyecto del Área Metropolitana del Oriente, debates temáticos con candidatos de todos los espectros ideológicos en épocas de campañas electorales y en la participación en Poder Ver, una plataforma de control social de Medellín y Antioquia que nació en 2025.
Impactos y rutas
Además de ser un actor político que le apuesta a la construcción de paz, Fusoan también es un actor social que mapea, articula y fortalece el ecosistema solidario del Oriente antioqueño. Ese último rol lo destaca Verónica Vahos: “el ahorro y el crédito de la economía solidaria permite generar excedentes para invertir en lo social en los territorios. Es una manera de devolver lo que los afiliados y los municipios le dan a las cooperativas”.
Fruto de esa apuesta es que se han creado mesas de economía solidaria y circuitos asociativos en diferentes municipios que van desde procesos de fortalecimiento con asociaciones paneleras hasta el trabajo con organizaciones de mujeres campesinas y redes locales de turismo.

Luis Arnulfo Berrío es líder ambiental, guía certificado, integrante de la Mesa de Víctimas y el primer presidente de la Red Local de Turismo de San Luis. Cuenta que para el proceso que lidera junto a otros operadores turísticos del municipio han sido claves las capacitaciones y el acompañamiento de Fusoan durante 2025 sobre cómo trabajar en colectivo.
“Si algo tenemos claro es que juntos nos va mejor. Tenemos experiencia en turismo, pero ellos nos enseñan el tema de cooperativismo, temas financieros, legales y de cómo conformar la asociación. Participar y que cada uno mejore su entendimiento aquí en el municipio es muy importante”.
Solo en 2024 Fusoan llevó a cabo procesos de formación y acompañamiento con más de 132 organizaciones del ecosistema solidario del Oriente antioqueño. Hoy las cooperativas afiliadas de Fusoan tienen presencia en 22 de los 23 municipios de la subregión.
En 2026, Fusoan prepara una de sus apuestas más ambiciosas, una bio expedición por la cuenca del río Magdalena que impacta a municipios del Oriente, como Sonsón, San Luis y San Francisco, y del Magdalena Medio, como Puerto Triunfo.
Allí caracterizarán, en alianza con universidades y otras organizaciones de la sociedad civil, elementos de flora y fauna propios de esa zona. Ese recorrido es apenas una parte de un proyecto financiado por cooperación internacional e incluye un componente antropológico para plasmar en los relatos institucionales los caminos de conexión del Oriente con el río Magdalena. Una forma de mirar y reivindicar, de nuevo, las montañas y los ríos por los que salieron huyendo miles de campesinos hace 25 años.




