Una de cada cinco personas en Guarne es socia y usuaria de un acueducto que ajusta más de 30 años de servicio y que se convirtió en un paradigma del modelo asociativo en Antioquia. Además de proveer agua potable, promueve proyectos educativos, deportivos y de infraestructura que impactan a más de 12 mil personas. Esta es su historia.
Por: El Armadillo*
Aunque parezca una escena de hace más de un siglo, hace 35 años, a menos de una hora de Medellín, casi todas las madrugadas había una fila de mujeres y una disputa vecinal por el uso de una piedra inmejorable para lavar la ropa dentro de la quebrada La Honda, en Guarne.
Era finales de los años 80 y los habitantes de varias veredas de ese municipio combinaban formas de lucha para llevar el agua desde las fuentes: a algunas casas llegaba por acequia ―una zanja en la tierra―, a otras a través de guaduas que utilizaban como canoas y a los hogares más pudientes con arietes hidráulicos o con motobombas eléctricas.
Quien cuenta la historia es Jhon Jairo Gil, un hombre de 63 años que desde hace más de dos décadas es el representante legal de la Asociación de Suscriptores del Acueducto Hondita – Hojas Anchas (Asacuhan). En ese momento era el presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Hojas Anchas y con un grupo de vecinos y líderes comunitarios se propuso resolver ese problema de salud pública que también ocasionaba líos de convivencia.
“El primer sistema de acueducto benefició a 335 familias y en ese entonces [fue construido entre 1987 y 1992] tuvo un costo de $112 millones. De ese total logramos conseguir cerca de $70 millones con la Gobernación, curiosamente, con unas regalías del petróleo aunque Guarne no es un municipio petrolero”.
El resto de lo que costó el proyecto del primer acueducto en Hondita – Hojas Anchas, cuenta Gil, lo aportó la comunidad a través de donaciones y jornales. Durante meses, los jornaleros habitantes de esas veredas se organizaron en cuadrillas y convites para abrir brechas, cargar tubos de diferentes calibres y avanzar con la instalación de un sistema que fue inaugurado el 25 de septiembre de 1992 y que capta el agua a cinco kilómetros de la planta de almacenamiento.
El modelo asociativo
Se demoró más la comunidad en terminar las obras del acueducto y en conectar a las primeras 335 familias que el acueducto en quedarse pequeño por la cantidad de nuevos pobladores. En 1996, la cooperativa Confiar les hizo un préstamo que les permitió invertir en más infraestructura y, con el apoyo de la Seccional de Salud de Antioquia, instalaron la primera planta de tratamiento de aguas residuales.
“Muy rápido hubo un crecimiento exponencial de la población y nos vimos en la necesidad de ampliar el sistema, de mejorar las plantas de tratamiento y almacenamiento, y fue allí donde a través de Confiar pudimos aumentar la capacidad a lo que hay hoy. En este momento podríamos hasta duplicar la capacidad gracias a los créditos que nos permiten estar preparados frente a la demanda del sector. Siempre hubo ese espíritu solidario de quienes hacemos parte”, explica Jhon Jairo Gil.
Hoy, la Asociación tiene 2467 suscriptores ―cerca de 12 mil personas―, 70 de ellos empresas como Pepsico, Eurocerámica y Atlético Nacional ―con su sede en la vereda Hojas Anchas, al borde de la autopista Medellín Bogotá― que tienen la misma participación en la asociación que cualquier familia.
El sistema de ese acueducto veredal hoy está avaluado en cerca de $60.000 millones y las inversiones para comprar y proteger microcuencas, y para financiar las obras para conectar a más veredas a ese entramado de plantas y captaciones de agua siguen su camino.
Otras inversiones
Desde que se concibió y se construyó hace 35 años como un sueño colectivo, los impulsores y asociados del acueducto sabían que no alcanzaba con garantizar agua potable en los hogares de las veredas. Debían ayudar en otro tipo de sequías.
De ahí nació la idea de construir el colegio Hojas Anchas que se concretó a mediados de los 90 y, años después, la compra del predio vecino que luego fue una placa polideportiva. También, la dotación de la sala de sistemas y la instalación del laboratorio para que los más de 250 estudiantes que hoy tiene esa sede puedan experimentar y monitorear la calidad del agua de la vereda y recibir educación ambiental.
Pedro Pablo Carmona, rector del colegio desde hace cinco años, ha sido testigo de cómo la Asociación le ha puesto el hombro a proyectos que mejoran la calidad de vida de los estudiantes.
“Son fundamentales con aportes económicos y la gestión de proyectos que van desde la dotación de la banda marcial hasta el patrocinio en eventos deportivos. Quizás el más significativo fue el proyecto de la media técnica que comenzó el año pasado. Pretende formar a los jóvenes de bachillerato con el Sena, para que se capaciten y puedan vincularse laboralmente a las empresas de Guarne que también son socias del acueducto”, cuenta el rector.
No es casualidad que las oficinas de este acueducto veredal luzcan en sus vitrinas decenas de copas, diplomas, placas y trofeos como las del equipo de fútbol vecino. Desde reconocimientos de la Alcaldía de Guarne y del Concejo, hasta de la Cámara de Representantes y premios en temas ambientales. Mucha agua ha corrido desde que instalaron el primer tanque de 3.200 litros hace 32 años.
*Este contenido hace parte de una serie de historias financiadas por la cooperativa Confiar, sobre el impacto de proyectos asociativos.