El homicidio de Jefferson Alexis Marín Morales aparece en los registros que llevan la Defensoría del Pueblo y varias ONG sobre personas muertas en las protestas. El Armadillo investigó los detalles de ese asesinato.
Por Juan David Ortiz Franco
“En Medellín la Policía dispara armas de fuego contra los manifestantes en Robledo Miramar”, dice un trino publicado en la noche del sábado 1 de mayo. Cita una publicación de otro usuario que incluye un video de 20 segundos en el que aparecen tres policías con cascos de moto y chalecos antibalas. Entre los segundos 14 y 16, uno de ellos hace dos disparos.
En un movimiento de la cámara aparecen detrás de esos policías, a varios metros, un grupo más grande de uniformados y varias patrullas. Se ve la parte trasera de una iglesia y, muy cerca, una señal de zona escolar pintada en la calle. Es justo sobre esa señal que está parado el policía que dispara. El trino está acompañado por tres etiquetas: #MedellinResiste, #NoALaReformaTributaria y #SOSColombia.
Esa tarde en Twitter, otras redes y por mensajes de WhatsApp circularon ese y otros videos. En uno de ellos [El Armadillo se abstiene de publicarlo por respeto a la víctima y a sus allegados], quizás el más viral, se ve a la distancia el cuerpo de una persona en medio de un charco de sangre. “Ay, parce, lo mataron, güevón”, dice quien graba. Se escuchan gritos y se ve, desde otro ángulo, la fachada de la iglesia, una moto de la Policía parqueada a unos pocos metros del cuerpo de Jefferson Alexis Marín Morales, de 33 años, y varias personas que se acercan a auxiliarlo.
El representante a la Cámara León Fredy Muñoz compartió ese mismo video. “En Robledo Miramar – Medellín Policía asesina a joven. No nos dejen solos”, dice su trino acompañado, también, por varias etiquetas. Entre ellas, #DuqueMandoAMatarnos y #ParoNacional1Mayo.
Al día siguiente, un grupo de organizaciones no gubernamentales que incluyen al Nodo Antioquia de la Coordinación Colombia, Europa, Estados Unidos; y el Proceso Social de Garantías, presentó un informe sobre las violaciones de derechos humanos en las protestas del Día del Trabajo. Aunque en ese momento no lo contabilizaron entre las 374 agresiones que, según su balance, cometió la Fuerza Pública en esa jornada, el documento sí se refiere al caso: “Según información allegada, la víctima posiblemente estaba en las protestas espontáneas que se desarrollaron en el barrio 12 de octubre de Medellín. Exigimos a las autoridades competentes aclarar este hecho”.
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Sin embargo, en los informes que publicaron del 3 de mayo en adelante, esas mismas organizaciones incluyen dos personas fallecidas en sus registros de agresiones contra manifestantes en Antioquia. Aunque el documento no precisa los nombres, El Armadillo consultó fuentes de esas ONG y, según ellas, las dos víctimas son Jefferson Alexis Marín y Juan David García, un líder comunitario asesinado por sicarios el 2 de mayo en el municipio de San Luis.
Indepaz también incluye a Marín en un listado que ofrece las identidades de 59 personas que, dice esa organización, fueron víctimas de violencia homicida en las protestas con corte al 23 de mayo. Incluso, la Defensoría del Pueblo lo reportó en el primer lugar de un informe sobre 24 personas muertas durante el paro que esa entidad envió a medios de comunicación el 4 de mayo: “Murió a causa de un disparo en la cabeza en el marco de una asonada presentada el día del trabajo y contra la reforma tributaria”, dice el documento de ese organismo. Afirma que fue un hecho “con ocasión de la protesta social”, aunque, aclara, es una “apreciación preliminar”.
Sin embargo, El Armadillo recorrió en dos ocasiones la zona donde ocurrió el asesinato, obtuvo varios testimonios de habitantes y líderes comunitarios, de la familia de la víctima y de un abogado que acompaña el caso. Además, verificó por lo menos una decena de videos grabados por testigos. La conclusión: la Policía disparó contra un grupo de personas desarmadas y Jefferson Alexis Marín fue asesinado por un integrante de esa institución, pero la disputa que terminó con ese homicidio no está relacionada con el paro nacional.
“Ahí le dieron a uno”
Otro video complementa la secuencia del momento del asesinato. Está grabado desde el ángulo opuesto al lugar desde donde disparó la Policía. Se ve una nube de gas lacrimógeno y a varios jóvenes desarmados que se esconden detrás de los postes, las casas y los carros parqueados a un costado de la calle.
Se escuchan por lo menos tres disparos. “Ahí le dieron a uno”, dice un hombre. Cuando el gas se disipa se ve un cuerpo en el piso y la moto de Policía estacionada muy cerca. Varias personas corren y suben al herido a un carro mientras otra persona, de civil y con el rostro cubierto, se lleva arrastrada la moto, que abandonó poco después.
Hay cerca de 20 metros entre el lugar desde donde disparó el policía y el sitio donde cayó Marín. Fue sobre la vía, justo al costado de la parroquia del Santo Eccehomo. Aunque ese 1 de mayo se multiplicó la idea de que el asesinato había ocurrido en Robledo Miramar, en realidad el sector se llama Jorge Eliecer Gaitán y está ubicado en el barrio Kennedy, de la comuna 6, Doce de Octubre.
Esos terrenos empezaron a poblarse a finales de la década de 1970 con varias familias, la mayoría afrodescendientes, que fueron reubicadas allí por la Alcaldía de Medellín. Luego llegaron personas que se desplazaban desde diferentes puntos de la ciudad, entre ellas algunas familias indígenas de la comunidad inga que aún habitan el sector. Los vecinos terminaron de construirlo entre convites y colaboración comunitaria.
El punto de referencia de la zona es la loma de Los Negritos, una calle empinada que parte del lugar más céntrico del sector, donde están el colegio y varias tiendas y almacenes. Muy cerca queda la casa donde vivía Alexis, como le decía su familia. Lo que pasó en los minutos previos a su asesinato es clave para desentrañar el caso que fue presentado esa noche por la Policía como el resultado de una asonada barrial, sin reconocer que esa muerte fue consecuencia de los disparos de uno de sus hombres; y luego por las ONG de derechos humanos y por la propia Defensoría del Pueblo como el asesinato de un manifestante.
“Moriste en tu ley, defendiendo a los tuyos”
Eran aproximadamente las 5:00 de la tarde y el origen de la disputa fue una requisa a varios hombres. Uno de ellos, primo de Alexis, no tenía sus documentos y de acuerdo con versiones de testigos —que hasta ese punto coinciden con lo que le dijo uno de los patrulleros involucrados a la Fiscalía — trató de escapar del lugar donde ya verificaban los antecedentes las otras personas.
Uno de los uniformados lo persiguió y en adelante las versiones de la comunidad y de los policías se diferencian sustancialmente. En la denuncia que presentó por los delitos de violencia contra servidor público y daño en bien ajeno, el patrullero dice que usó la fuerza “de forma proporcional” y logró “reducir” al joven.
Sin embargo, cuatro testigos le dijeron a El Armadillo que esa persona fue agredida y torturada por varios policías, incluso después de que ya estaba esposada a una reja junto a la iglesia. Esa versión la refuerza un video de los minutos previos al asesinato de Alexis en que se ve la golpiza
Finalmente, el joven fue capturado y trasladado en una patrulla. De acuerdo con los abogados a cargo de su defensa, en las horas posteriores estuvo incomunicado y sufrió otras agresiones físicas. Conocieron su ubicación y lograron comunicarse con él al mediodía del domingo 2 de mayo, casi 20 horas después de su detención y minutos antes de la audiencia de legalización de captura.
Ya en esa audiencia, aunque la Fiscalía presentó las actas de buen trato con las que la Policía trató de desvirtuar las agresiones, el juez del caso decidió no legalizar la captura luego de conocer ese mismo video. Incluso, anunció que compulsaría copias para investigar la conducta de los involucrados:
“El policía representa al Estado y por eso no se puede poner al nivel del vándalo o del delincuente. Tiene, incluso, que protegerlo (…) Independiente de lo que este joven haya hecho o de lo que hizo la comunidad, es primera vez en tantos años que yo veo algo tan aberrante y tan cochino. Y es que una persona que está sometida sea pateada. Me parece indignante. Voy a compulsar copias con este video para que la Procuraduría investigue este comportamiento”, dijo el juez.
Pero llama la atención otro detalle. En el texto de la denuncia del patrullero contra el joven agredido —que finalmente fue liberado después de esa audiencia—, no hay mención a los disparos ni a la muerte de Alexis. Eso, pese a que en el documento el policía detalla de manera extensa lo que sucedió esa tarde en el Jorge Eliécer Gaitán.
La familia de la víctima, por supuesto, sí recuerda lo que el patrullero omitió y lo que pasó en los momentos previos. “Cuando empezó la gritería él estaba con el niño [su hijo de cinco años] y un amigo pintando el apartamento, aquí, en este segundo piso. La gente decía que la Policía estaba matando a Jonathan* y él salió corriendo para allá. Son esas cosas que uno no sabe por qué pasan: habían subido un parlante y tenían la música muy duro, pero cuando la gente empezó a gritar, la música paró y por eso escuchó lo que le estaban haciendo al primo”, recuerda su mamá.
Ella misma y otros integrantes de su familia llegaron poco después al lugar donde ya varias personas se enfrentaban a un grupo de aproximadamente 40 policías que, para ese momento, de acuerdo con los videos y los testimonios de la comunidad, habían usado gases lacrimógenos y sus bastones de mando contra algunas personas que respondían con piedras.
“Yo me le acerqué a Alexis y le dije que saliera de ahí, que me lo iban a matar. Ya le habían dado un bolillazo y tenía la cabeza llena de sangre. Él me dijo que me fuera para la casa, yo me moví y después fue que sonaron los tiros”, dice.
Una de las balas lo impactó en el cuello y salió por la parte posterior de la cabeza. Lo recogieron consciente. En el carro que lo recogió alcanzó a decirle a una de sus hermanas que no se preocupara, que iba a estar bien. Llegó vivo al hospital Pablo Tobón Uribe, pero murió minutos después. Eran aproximadamente las 5:30 de la tarde y, de acuerdo con los testigos, pasaron varias horas antes de que el CTI de la Fiscalía llegara al barrio para las diligencias de inspección técnica. Por eso la comunidad, por sus propios medios, recogió 11 casquillos de bala que entregó después a los investigadores.
“Usted sabe que en toda familia hay una persona que es la alegría de la casa, ese era él”, dice una de sus primas. Alexis era el sexto de siete hijos: dos hombres y cinco mujeres. Trabajaba como oficial de construcción, pero “le encantaba cocinar, era el chef de la familia”, complementa otra de sus hermanas.
El 8 de mayo, una semana después del asesinato, varias personas se reunieron en una esquina del barrio para hacerle un homenaje. En un altar improvisado varios líderes comunales tomaron la palabra. Al final, intervino una de sus primas. Leyó una carta dirigida a Alexis: “Moriste en tu ley, defendiendo a los tuyos”.
Los Negritos
“Eso que usted me está preguntando es lo mismo que me preguntaron de RCN y Telemedellín y terminan justificando lo que pasó. Esa también es la narrativa de la Policía: ligarlos a los combos para justificar sus acciones”, le respondió a El Armadillo el abogado que acompaña a la familia de Alexis, a la pregunta sobre las actividades del combo de Los Negritos, que controla el Jorge Eliecer Gaitán y varios sectores cercanos.
El mismo abogado asegura que esa tarde había un cacerolazo en el sector. Aunque reconoce que ni Alexis ni su primo participaban, dice que fue en ese contexto que la comunidad se enfrentó con la Policía. Sin embargo, ninguna de las otras fuentes consultadas recuerda alguna protesta ese día, en esa zona, en el marco del paro nacional.
Pero más allá de las publicaciones de redes y de las bases de datos en que Alexis fue registrado como un manifestante asesinado, lo cierto es que murió por un disparo de la Policía en una confrontación desigual: las armas de fuego al servicio de una institución del Estado contra los palos y las piedras de un grupo de jóvenes. También es cierto que esa tensión entre la comunidad y la Policía tiene raíces profundas que responden a la complejidad de la conflictividad urbana en Medellín.
“Este barrio, como todos, tuvo su época muy difícil, de mucha violencia, pero ahora todo ha estado muy tranquilo, lo que pasa es que hay muchos problemas con la Policía. Parece que se la tuvieran montada a esta comunidad”, dice un habitante del sector.
Esa idea, aunque con muchos matices, la complementa un líder de un barrio cercano: “Van como tres o cuatro asonadas que obedecen a una enfrentamiento entre la Policía y el combo de Los Negritos. Ese grupo hace más o menos dos años se viene tomando unas zonas verdes y está haciendo loteo ilegal. Vende y garantiza que puedan construir. Hay también una plaza de vicio, o varias, y ese día la Policía llegó a hacer una batida y a requisar a la gente. Volvieron y se enfrentaron, y en ese enfrentamiento también había algunos muchachos del combo. Lo que pasa es que en Medellín cuando usted dice ‘los muchachos del combo’ estamos hablando de los hijos de la gente. Sale la mamá, el tío, el papá…”.
La zona a la que se refiere ese líder se conoce como “la invasión”, a unas tres cuadras del lugar donde ocurrió el asesinato. Allí hay varias viviendas en construcción. De hecho, Alexis trabajó en una de ellas como oficial de obra. Incluso, su familia recuerda que a principios de este año robaron su herramienta de una de esas casas y acusan a la Policía de haberlo hecho. Uno de los líderes de la zona dice que el caso se encuentra en manos de una Inspección de Policía que ha tratado de detener esas construcciones, lo que ha desatado enfrentamientos.
El combo de Los Negritos existe desde finales de la década de 1990, se le considera de la “vieja guardia” de la comuna 6 y su influencia no se reduce solo a negocios ilícitos como el narcotráfico o el loteo ilegal. También monopoliza la venta de huevos y arepas en las tiendas del barrio, intervienen en actividades vecinales y hasta entregan regalos, uniformes y útiles escolares a los niños.
“Paolo [el jefe del combo] es un hombre muy cercano a la comunidad. Participa en el trabajo social y apoya a las madres cabeza de familia. Lo quieren mucho porque da regalos y comida cuando la comunidad hace eventos. Por eso cuando la Policía va a capturar a los muchachos del combo, la gente responde con asonadas”, dice una persona que ha investigado de cerca las actividades de esa organización.
Por eso no es posible desligar lo que ocurrió ese primero de mayo de un cruce de tensiones que involucra lazos familiares y vecinales. El análisis que explica el conflicto a partir de la idea de una comunidad sometida por la fuerza a una organización ilegal se queda corto porque existen amenazas e imposiciones, pero también, en muchos lugares de Medellín, los combos construyen legitimidad atendiendo carencias que de otra forma difícilmente serían mitigadas.
El día de ese asesinato la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá remitió a los medios de comunicación un video en el que el comandante de esa institución, general Pablo Ruiz, aseguró que solicitó a la Fiscalía investigar lo sucedido y, sin más detalles, dijo que “se adelantaron las investigaciones disciplinarias internas de la institución”.
El 20 de mayo, en una rueda de prensa, declaró que la Policía entregó a la Fiscalía toda la información sobre el procedimiento. Respecto a las investigaciones internas, dijo que “la parte disciplinaria va de la mano de la investigación. Avocamos primero a la parte penal para complementar la parte disciplinaria”. El Armadillo insistió mediante un cuestionario para conocer en qué etapa se encuentran las investigaciones, pero hasta el momento de esta publicación no había recibido respuesta.
El asesinato se encuentra clasificado en los registros del Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (SISC) de la Alcaldía de Medellín como un caso “en proceso de categorización”. Para esa entidad, esos son los hechos sobre los que “no se cuenta con información preliminar suficiente” y aquellos ocurridos durante operativos policiales, como capturas, retenes, persecuciones y asonadas.
En el homenaje del 8 de mayo, los familiares de Alexis llevaban bombas de helio, camisetas blancas estampadas con su fotografía y varias pancartas: “No quiero sentirme valiente cuando salgo a la calle, quiero sentirme libre. No más violencia”, decía una de ellas..
*Aunque El Armadillo conoce los nombres de los integrantes de la Policía involucrados, de los testigos del asesinato y de otras personas relacionadas con el caso, se abstiene de publicarlos por razones de seguridad.