Golpe de Estado: entre el marketing político y el derrocamiento aplazado

Por El Armadillo

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23 de diciembre de 2024

Desde hace más de un año, la expresión golpe de Estado protagoniza el discurso del presidente Petro. RTVC reproduce esa tesis y muchos de los privados menosprecian e ironizan lo que dice el presidente. Ambos frentes se quedan cortos a la hora de explicar los elementos que fundamentan o contradicen ese discurso.


La primera vez que Gustavo Petro, siendo presidente de la República, se refirió a un golpe de Estado en su contra fue en mayo de 2023. Lo hizo en X un día después de que militares y policías retirados lideraron una manifestación contra el Gobierno en la Plaza de Nariño. 

Esa era una discusión que estaba encendida desde diciembre de 2022, tras el golpe de Estado que sacó de su cargo al expresidente Pedro Castillo, en Perú. De hecho, Petro ya había hecho referencia a un presunto golpe de la “extrema derecha” en Colombia, pero fue desde mediados de 2023 que hizo explícita la idea de que había un plan para derrocarlo.

El 7 de junio de ese año, en medio de las manifestaciones que él mismo convocó, Petro denunció y explicó la existencia de un proyecto en su contra, para hacerle “un golpe blando, un golpe de Estado, un golpe contra la voluntad popular”. 

Según el presidente, la estrategia consistía en, primero, “hundir las reformas de la justicia social en el Congreso de Colombia y arrodillar al Congreso de Colombia a los dueños del gran capital”. Segundo, “si el Gobierno está aislado, destruirlo en la Comisión de Acusaciones para hacer exactamente lo mismo que se hizo en el Perú, es decir, llevar al presidente a la cárcel y cambiar al Gobierno por un nuevo presidente no elegido por el pueblo”.

Desde que Petro habló de ese plan ha pasado un año y medio, y los medios de comunicación públicos lo han reforzado.

La trinchera de RTVC

En abril de 2024, Hollman Morris asumió la gerencia de RTVC. Desde ese momento y hasta el 17 de diciembre, fueron 17 las publicaciones en el portal de RTVC Noticias sobre el golpe de Estado en Colombia. 

Entre los artículos se cuenta, por ejemplo, uno en el que RTVC cita a su gerente diciendo que “los ataques sistemáticos contra el Sistema de Medios Públicos hacen parte del golpe blando”.

Otra de las publicaciones afirma que el 44.8 % de los colombianos cree que en Colombia “hay sectores que buscan un golpe para sacar del poder a Petro”, con datos que salieron de una encuesta realizada por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).

El CELAG es un centro de pensamiento y análisis político que Petro ha citado varias veces, incluso antes de ser presidente. Sus mediciones siempre lo dejan bien parado. En siete encuestas publicadas por el CELAG entre junio de 2021 y octubre de 2024, la imagen de Gustavo Petro siempre fue la más positiva en comparación con la de otros personajes de la política; y en aquellas que se realizaron cerca de las elecciones, Petro siempre lideró la intención de voto 1 Tanto del consejo ejecutivo del CELAG, como del equipo que realizó la encuesta, hace parte Sergio Pascual, exdiputado español que asesoró la campaña presidencial de Petro en 2018. En el CELAG, además, Petro ha impartido clases, participado de conversatorios y firmado documentos junto a figuras políticas de la región como Rafael Correa..

La encuesta del CELAG que fue difundida por RTVC Noticias, Radio Nacional de Colombia y el mismo Petro, fue publicada el 8 de octubre de 2024 con una sincronía casi perfecta. El mismo día, más temprano, el presidente denunció en X el inicio del golpe de Estado, y unas horas más tarde reiteró el mensaje en una alocución presidencial.

El anuncio de Petro estaba relacionado con la decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE), que abrió una investigación y formuló cargos a su campaña presidencial por exceder los topes de financiación. Esa investigación, dijo Petro, “viola la Constitución, el fuero del presidente y pone en peligro la institucionalidad”.

Del golpe de Estado al lawfare

De acuerdo con Juan José Linz, autor de La quiebra de las democracias, para que ocurra un golpe de Estado se deben cumplir tres condiciones: 

  1. La ausencia de legitimidad del régimen por falta de eficacia en la gestión.
  2. El descontento de las Fuerzas Armadas con el gobierno, el famoso “ruido de sables”.
  3. Una polarización extrema entre las bancadas o coaliciones en competencia que lleva a la deslealtad de la oposición con las propias reglas del sistema, algo que también habría que evaluar en la conducta de las élites económicas y sociales.

En ausencia de esas condiciones que estuvieron presentes, por ejemplo, en golpes de Estado como el de Augusto Pinochet contra Salvador Allende en Chile, el 11 de septiembre de 1973, han surgido términos como el de “golpe blando” o “lawfare”.

La de golpe blando, que también ha hecho parte del discurso de Petro, es una expresión acuñada por el politólogo estadounidense Gene Sharp que hace referencia a formas de desestabilización política que no recurren a la violencia, sino a estrategias de deslegitimación del gobierno, movilización social, el uso de instituciones para generar bloqueos y presiones e incluso la generación intencional de crisis para justificar cambios de poder.

El lawfare, por otra parte, se puede traducir como “guerra judicial” y se refiere al uso del sistema de justicia con fines políticos, para debilitar, deslegitimar o derrocar a un adversario. Ese fue el caso de Lula da Silva, en Brasil, que fue acusado de corrupción y lavado de activos e inhabilitado para participar en las elecciones presidenciales de 2018.

Sin embargo, para Marcela Anzola, abogada, doctora en Estudios Políticos e integrante del consejo editorial de Razón Pública, el discurso de Petro “es marketing, es una utilización muy mediática para crear en la conciencia del ciudadano una narrativa de que no lo dejaron hacer las cosas ante el incumplimiento de las promesas electorales. Es crear un lema para generar un contenido inconsciente que explica por qué hay un fracaso en su gobierno”. 

Anzola plantea que es necesario preguntarse hasta qué punto lo que pasa en Colombia es la correcta aplicación de la justicia dentro de los términos de la democracia y cuándo, en cambio, se trata del uso del poder judicial con fines políticos.

Por su parte, Max Yuri Gil, director del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, piensa que lo que ocurre es “una estrategia más refinada para separar del poder un gobierno legalmente establecido. Claramente el presidente Petro ha tenido muchas dificultades en la gobernabilidad y creo que especialmente en el caso de la Fiscalía anterior, en el caso de la Procuraduría y en el caso del Congreso de la República hay una acción intencional que va más allá del control que está establecido en la democracia”, explica. 

Además de pensar que en el proceder de algunas instituciones del Estado hay elementos que apuntan a un lawfare, Gil piensa que los medios de comunicación “han realizado una labor de socavamiento de la legitimidad del gobierno de Petro que han llevado a situaciones donde las mentiras, informaciones falsas y fake news han contribuido a ese ambiente que el presidente Petro denuncia”.

Victimismos y ligerezas

En contraste con RTVC, que da por cierto el golpe de Estado, medios de comunicación privados como El Colombiano han optado por ironizar las denuncias del presidente Petro: las nombran como una conspiración y de entrada descalifican la posibilidad de que en Colombia haya alguna estrategia para derrocar su gobierno.

Luz María Sierra, directora de El Colombiano, dijo en un programa de análisis, después del anuncio de la investigación que abrió el CNE, que “para quedar ante el mundo como una víctima, porque eso es lo que le encanta, parecer una víctima, y hacer de todo esto una narrativa heróica de sí mismo, entonces él quiere convertir el daño que hizo en la campaña en algo favorable a él, sacrificando al país”.

Por esa misma línea va este análisis de Juan Diego Quesada, en El País, que afirma sobre Petro que “esta postura ante su deber con la nación no es nueva; en Petro siempre ha habido una tendencia al martirologio”.

Otro ejemplo es el de Blu Radio, donde Nestor Morales dijo que “al presidente de la República no lo quieren tumbar, es por no reconocer la responsabilidad política que se echa el cuentazo de que aquí están dando un golpe de Estado”.

Max Yuri Gil piensa que el presidente Petro se ha equivocado al hacer un uso “demasiado ligero” del concepto de golpe de Estado. “Su insistencia ha perjudicado la fuerza que la denuncia de ese tipo de cosas tendría que tener, pero que uno sea paranoico, no quiere decir que no lo persigan. No quiere decir que no haya señales tanto de los organismos de control como de las ramas del poder público y de algunos medios de comunicación masivos”, agrega. 

La investigadora Anzola cree que hace falta que los medios de comunicación hagan un ejercicio más riguroso con respecto a las denuncias del presidente Petro, “para entender si es simplemente una estrategia de marketing o si es algo real que está ocurriendo”. 

Asumir una postura que no contempla la contraparte, sea la de negar o afirmar que existe un golpe de Estado, deja a la ciudadanía lejos de tener elementos para construir una opinión informada sobre un concepto que, debido a su recurrencia en la historia latinoamericana, sigue siendo un fantasma que asusta a la política de la región.

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