En menos de una semana la alianza de Luis Pérez y Julián Bedoya redireccionó una maquinaria millonaria y puso a funcionar una estrategia que trata de disimular la doble militancia y de evadir las restricciones de algunos funcionarios para participar en política. Afinan su “aplanadora” mientras la derecha teje alianzas a medias.
Por: Juan David Ortiz Franco, Manuela Garcés y Valeria Ortiz.
Un cartel que sirvió de fondo a la declaración conjunta del 23 de octubre, en la que Luis Pérez y Julián Bedoya anunciaron su alianza para la Gobernación de Antioquia, plantea un propósito tan ambicioso como razonable: “La meta: un millón de votos”.
Es ambicioso porque nunca un candidato a ese cargo ha conseguido esa votación. El récord lo tiene Sergio Fajardo que en 2011 sacó poco más de 925 mil votos. Le sigue Luis Alfredo Ramos, que en 2007 sacó 848 mil y el podio lo cierra Aníbal Gaviria con los 830 mil votos que obtuvo en 2019.
Y es razonable porque la alianza, que tendrá como candidato a Luis Pérez, puntero en casi todas las encuestas, reúne a dos de los mayores electores del departamento.
Bedoya es el arquetipo de la maquinaria. En 2018 sacó más de 74 mil votos en su primera aspiración al Senado y su grupo político, Renovación Liberal, tiene a sus figuras más visibles en el senador Juan Diego Echavarría y la representante María Eugenia Lopera.
Un buen ejemplo de su influencia, sus recursos y su “estructura” fue una reunión que convocó en agosto en la que 67 de las 125 primeras damas de Antioquia lo proclamaron como su candidato. La campaña lo anunció con una aclaración en que confundió la prohibición de participar en política con la doble militancia: “Se suman a la campaña de Julián Bedoya sin incurrir en ninguna falta disciplinaria que conlleve al señalamiento de una posible doble militancia de sus esposos”.
Aunque es un dato difícil de verificar, en el mismo comunicado en que ofreció detalles sobre el apoyo de más de la mitad de los alcaldes del departamento representados por sus esposas, el equipo de Bedoya aseguró que su aspiración contaba con el respaldo de aproximadamente 9.800 candidatos a diferentes corporaciones en Antioquia.
A eso se suma que, desde febrero, cuando anunció su candidatura en un evento en el que les repartió tablets y bonos de regalo de $800 mil a más de 300 periodistas, Bedoya también selló su alianza con el senador conservador Carlos Andrés Trujillo, dueño de otra de las grandes maquinarias del departamento. De esa sociedad también hace parte el senador liberal John Jairo Roldán.
Además, a principios de octubre, Bedoya y el exconcejal Albert Corredor anunciaron que irían en llave por Gobernación y Alcaldía de Medellín respectivamente. Aunque marcha tercero en las encuestas, Corredor (exuribista y exquinterista) suma la estructura que consolidó en la Secretaría de Educación de Medellín, y la gente y los recursos de los negocios de su familia, que incluyen dos instituciones universitarias.
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Entre tanto, Luis Pérez, sin grandes maquinarias propias, ha construido una carrera que se basa en su capacidad de poner las de otros a su favor. Y en ese tránsito ha sido uribista, ha tenido de su lado al oficialismo liberal, ha peleado con ese partido y ha recogido a varias de sus facciones, ha pactado con la U, Cambio Radical, sectores del conservatismo y de los verdes.
También ha sido cercano a Daniel Quintero (decenas de sus exfuncionarios terminaron con cargos en la Alcaldía de Medellín), fue santista, coqueteó con Rodolfo Hernández y puso a Petro a ensayar maromas argumentativas para justificar su acercamiento a la campaña del Pacto Histórico, de la mano de la hoy senadora Isabel Zuleta.
La suma de esas fuerzas políticas se expresa en una maquinaria que ya redireccionó sus esfuerzos con una estrategia que, además, implica gastos millonarios. “Julián se estaba cotizando al alza con un despliegue publicitario impresionante en todo el departamento y con una inversión muy alta —le dijo a El Armadillo una persona que conoce de cerca a Bedoya y asesora a un político de su equipo—. Él es un negociante de la política, entonces Luis Pérez siempre fue la primera opción”.
La campaña «espejo»
Aunque el origen de Julián Bedoya está en el Partido Liberal, luego de una disputa entre varias facciones de esa colectividad la Dirección Nacional de ese partido decidió avalar a Eugenio Prieto. Por eso, la aspiración de Bedoya terminó inscrita a última hora gracias al salvavidas que le tiró el Partido Demócrata Colombiano.
Sin embargo, buena parte de sus bases (concejales, alcaldes y candidatos a esas mismas corporaciones) se quedaron con cientos de avales del Partido Liberal. Eso forzó a Bedoya y a su estructura a tecnificar la estrategia de campaña para evitar que sus candidatos incurrieran en doble militancia.
“Se inventaron una estrategia que llamaron espejo. Como los candidatos no le pueden hacer campaña de frente, cada uno puso una persona del equipo para eso. A esa gente le pagan $500 mil mensuales por tres meses”, le dijo a El Armadillo una fuente que conoce de cerca esa campaña y que pidió la reserva de su nombre.
El rol del espejo era el de acompañar a sus candidatos en las reuniones políticas para decir lo que ellos tienen prohibido: “Si uno iba a una vereda o a un barrio, el espejo iba detrás. Uno hablaba primero de su propia campaña, del alcalde y del diputado. Y ya después uno presentaba al espejo que se encargaba de decir que había que votar por Julián a Gobernación”, agregó la fuente.
Otra persona, que asistió a una reunión con concejales en un hotel de la 70 (en Medellín) antes de la alianza, contó que ese día, al finalizar el encuentro, la campaña de Bedoya entregó a los asistentes un “kit electoral” que incluía un sobre con $150 mil en efectivo. Esa versión la confirmó un concejal que nos contó que le entregaron el mismo paquete como “un instructivo para votar”. En su caso, el sobre tenía $300 mil: “Nos dijeron que era para los viáticos”.
En la última semana, y después del anuncio de la alianza con Luis Pérez, Bedoya convocó a por lo menos otras tres reuniones masivas. En una de ellas, el 24 de octubre en un restaurante en Ciudad del Río, en Medellín, estuvieron cientos de candidatos y, de nuevo, las primeras damas en representación de sus esposos. Para ese entonces, según datos de la propia campaña, ya eran 92 las que acompañaban a Bedoya: “Las primeras damas y concejalas deben asistir de camisa rosada. Los candidatos y concejales deben asistir de camisa roja”, decía la invitación que les enviaron por WhatsApp.
Ese día, Bedoya y Luis Pérez compartieron tarima, entre otros, con César Curí, candidato a la Asamblea por la Alianza Verde, del equipo del representante Juan Camilo Londoño; con Manuel Roldán, exdiputado y hermano del senador liberal John Jairo Roldán; y con la exsenadora conservadora Nidia Marcela Osorio, del equipo de Carlos Andrés Trujillo.
Las movidas de esa alianza continuaron el pasado jueves 26 de octubre en el Hotel Intercontinental. Ese día, la llave de Bedoya y Corredor, ya de cabeza en la campaña de Luis Pérez, anunció que se sumaron a ellos dos candidatos a la Alcaldía de Medellín: Gilberto Tobón y Deicy Bermúdez. También, Róbinson Giraldo, que renunció a su aspiración a la Gobernación a mediados de octubre. El anuncio lo hicieron, de nuevo, con el letrero de la meta de un millón de votos a sus espaldas.
Hasta el 27 de octubre la campaña de Bedoya había reportado gastos por $124 millones ante el Consejo Nacional Electoral. El reporte de Luis Pérez indicaba que sus gastos llegaban a $1.440 millones.
El factor Petro. ¿Y Quintero?
Desde que anunciaron su alianza, Luis Pérez y Julián Bedoya empezaron una operación desmarque frente al Gobierno nacional. En la rueda de prensa del 23 de octubre, Pérez acusó al uribismo de implantar la teoría de su cercanía con Petro, habló en tercera persona de sí mismo y sacó la carta del pasado del presidente en el M-19:
“Se dice que Luis Pérez es petrista. [Esa idea] proviene sobre todo del sector del doctor Álvaro Uribe y de Andrés Julián Rendón. El petrismo tuvo una época de guerrillas y ellos no reclutan gente sino de los 15 años a los 20. O sea, no reclutan personas tan adultas. Yo para allá ni me he ido ni me voy a ir. Soy muy viejo para ser guerrillero”.
Bedoya sacó su propia fórmula para el desmarque y aseguró que relacionarlo con Petro hace parte de una campaña de “desprestigio” y “desinformación”. “Hoy con contundencia, mirándolos a todos a los ojos, les decimos que no se dejen confundir: ni el doctor Luis Pérez ni Julián Bedoya Pulgarín somos petristas ni uribistas”, dijo.
Eso, sin embargo, se contradice con por lo menos dos hechos verificados. Por una parte, la forma como la maquinaria de Bedoya se movió en las presidenciales a favor de Petro, tal y como publicó en ese momento La Silla Vacía. El segundo, la relación entre el Gobierno y los congresistas de Renovación Liberal.
Por ejemplo, en abril, el voto favorable de María Eugenia Lopera, en contra de la posición de bancada del liberalismo, salvó la reforma a la salud que estaba a punto de hundirse. Poco después, la representante le dijo a El Espectador que había votado a favor de la reforma por convicción y declaró su afinidad con el Gobierno:
“Mi equipo político y yo acompañamos la propuesta programática del presidente Gustavo Petro (…). Es decir, estamos con el gobierno del cambio desde antes de la campaña presidencial; votamos por él durante la primera y segunda vuelta”.
En julio, Lopera fue elegida presidenta de la Comisión Séptima de la Cámara donde, entre otros temas, se discuten temas de salud. Le ganó el pulso a otros candidatos del liberalismo, cercanos a César Gaviria.
En todo caso, en los últimos días Petro se convirtió en un “caballito de batalla” en la campaña para la Gobernación de Antioquia. Alrededor del presidente, de señalar su cercanía con algunos candidatos y su influencia en pactos y alianzas, se han tejido las últimas estrategias discursivas de varias campañas. Y en ese punto también toma relevancia el nombre de Daniel Quintero.
Por ejemplo, en el debate del jueves, Luis Fernando Suárez, el candidato de Aníbal Gaviria, incluyó en por lo menos cinco de sus intervenciones comentarios sobre Petro y Quintero, y varias veces los relacionó con Luis Pérez.
Otro ejemplo son las versiones, con más especulaciones que datos, sobre una supuesta reunión de Petro con Luis Pérez, Bedoya y Esteban Restrepo (el candidato de Independientes).
En un confidencial de un párrafo con dos verbos en condicional y un titular entre signos de interrogación, El Colombiano publicó el 22 de octubre que Restrepo “muy seguramente” terminaría sumándose a Pérez y Bedoya. “Una posición muy incómoda para el exalcalde Daniel Quintero porque necesita avanzar en esa alianza si quiere alguna participación, de él o de su círculo cercano, en el alto gobierno. Esa sería la condición que le habrían impuesto desde la Casa de Nariño”, publicó ese medio.
Por su parte, una fuente de Independientes le aseguró a El Armadillo que sí hubo una reunión en Bogotá el 19 de octubre, pero que la instrucción del presidente fue que Bedoya se sumara a la candidatura de Restrepo: “Básicamente Julián Bedoya no le hizo caso a Petro”, dijo.
Otra fuente cercana a Bedoya dijo no saber de esa reunión y aseguró que la posibilidad de esa alianza sí se conversó, pero nunca fue una alternativa real: “Esteban lo buscó, pero se estaba hablando de mucha plata. Yo calculo en miles de millones de pesos lo que invirtió Julián Bedoya en esa campaña. Realmente Esteban nunca fue una opción para Julián porque nunca despegó en las encuestas y porque su estrategia fue atacar a Luis Pérez de una forma muy agresiva. Además, Julián no le copia a Petro y mucho menos en Antioquia”.
En la rueda de prensa del 23 de octubre, El Armadillo les preguntó a Pérez y a Bedoya por esa supuesta reunión: Bedoya solo dijo que tiene con Quintero y con Restrepo “una relación de cordialidad, de respeto, de amabilidad… como con todos los dirigentes políticos del departamento”.
Luis Pérez, por su parte, dijo que nunca ha negociado con Quintero: “Amigos sí fuimos, pero hace como 40 años [Quintero tiene 43]. No hemos tenido ningún tipo de acercamiento y menos para esta campaña”.
En febrero, cuando lanzó su campaña en una fiesta del Día del Periodista con parranda vallenata y regalos, Bedoya no solo dejó ver el tamaño de su chequera. Entre las ideas de su discurso ante los periodistas que comían y bebían por su cuenta, dijo dos cosas. En una podría acertar, en la otra no tanto:
—Yo no hago política para perder. Esta va a ser una aplanadora que va a arrasar en las urnas.
—No soy gregario de nadie.