Biblioteca Betsabé Espinal: una promesa incumplida a tres años del paro nacional

Por El Armadillo

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28 de abril de 2024

En 2023, el Ministerio de las Culturas y la alcaldía de Quintero llegaron a un acuerdo de palabra para entregarle la antigua estación del ferrocarril de El Bosque a una biblioteca popular que surgió durante el paro nacional de 2021. Según el ministro, el alcalde Gutiérrez le preguntó por qué darles ese espacio a quienes usaron la violencia. La Alcaldía acaba de anunciar, con una valla, que tiene otros planes para ese lugar.

Por: Juan David Ortiz Franco y Mateo Isaza Giraldo


Una valla de la Alcaldía de Medellín parece ser la lápida sobre el primero de los diez mandamientos que las juventudes populares de la ciudad le propusieron en enero al alcalde Federico Gutiérrez Zuluaga: garantizar la continuidad y protección del proceso comunitario de la Biblioteca Popular Betsabé Espinal.

La apuesta por la biblioteca comunitaria como un lugar de memoria del paro nacional, a un costado del Parque Explora y en pleno Carabobo Norte, surgió luego del proceso de movilización (y confrontación) que desde abril de 2021 convirtió en noticia a ese lugar patrimonial y a otros aledaños como el parque de Los Deseos o el barrio Moravia.

Parte de la historia reciente del proceso de la biblioteca la recopila el ministro de las Culturas, Juan David Correa, en una reflexión a propósito de los tres años del inicio del paro, que se conmemoran este 28 de abril. Reconstruye un proceso de negociación liderado por las mentoras de la biblioteca que viene desde la alcaldía pasada y en el que tienen incidencia varios actores, incluyendo el Ministerio. Correa reivindica esa lucha popular de un grupo de jóvenes por consolidar un espacio comunitario:

“Cuando conocí está historia [2023] estaba recién nombrado como ministro y acudí a una cita que ellos me daban para contarme este relato, con la desconfianza de hablarle a un funcionario público. De inmediato pensé que allí había una oportunidad. Que podíamos persuadir a la Alcaldía de la ciudad de que les entregáramos la estación, bajo la figura de comodato con el Ministerio: les aseguré que nosotros pagaríamos la vigilancia, y haríamos un acuerdo sobre el bien de interés cultural”.

En ese documento, el ministro también expone buena parte de la tensión que hoy encierra ese pequeño edificio patrimonial contiguo al Parque Explora y en las fronteras del barrio Moravia:

“Las elecciones llegaron. La alcaldía cambió. Y no se hizo lo necesario. Desde hace unos meses insistí en abrir el espacio e intentar un camino. ¿Por qué ellos?, me preguntó el alcalde Federico Gutiérrez en su despacho. ¿Por qué premiar a personas que usaron la violencia? ¿Por qué no un centro cultural de todos? Intenté explicarle que los símbolos eran importantes para una sociedad, que reconocerles un espacio a estas muchachas y muchachos era un gesto de confianza. Que intentáramos. Envié una carta. Como el coronel, me quedé esperando”.

Esa otra carta que menciona el ministro tiene fecha del 20 de marzo, cinco días después de una reunión que tuvo con el alcalde para hablar sobre la biblioteca. Le agradecía a Gutiérrez por ese encuentro y reconocía que lograron “una conversación cordial, a pesar de las diferencias”. Además, le proponía un diálogo colectivo y se comprometía a “liderar y apoyar” la biblioteca. “Sería un espacio abierto al público que resignificaría el conflicto”, escribió Correa. 

En realidad, a diferencia de lo que le pasó al coronel en la obra de García Márquez, la respuesta sí le llegó al ministro, pero en forma de valla:

“Bienvenidos a la Casa de Lectura Infantil y Buen Comienzo”, se lee en un aviso instalado el 26 de abril en Carabobo Norte, junto a la antigua —y pronto renovada— estación, que está próxima a cumplir 110 años.

La negociación y «la jugadita» de Buen Comienzo

“Lo de Buen Comienzo es una jugada maestra”, dice Andrea Arango, politóloga, magíster en Ciencia Política de la Universidad Estatal de San Diego en California y profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia.

Desde junio de 2021 se acercó a las primeras líneas a raíz de los análisis de coyuntura que realizaba sobre el paro nacional junto a otros profesores y profesoras de la UdeA. Desde entonces ha acompañado los diálogos entre los jóvenes de la biblioteca y la Alcaldía de Medellín (tanto de Quintero como de Gutiérrez), el Parque Explora y el Ministerio de las Culturas. 

“Con la valla dejan el mensaje de que la biblioteca no puede estar en ningún lugar. Es una jugada política porque Moravia necesita ese espacio para la atención urgente a niños y niñas, pero ya tienen un jardín en el parque de Los Deseos”. 

Entonces, dice Arango, se trata de “confrontar con la opinión pública el reclamo de la biblioteca, a pesar de las negociaciones y de que los chicos tienen respaldo institucional, actividades y hasta construyeron estatutos”.

El curso de esas negociaciones es clave porque expone el enredo de competencias sobre la estación de El Bosque. En resumen se podría decir que es un predio de la Alcaldía de Medellín, entregado en comodato a Explora, pero sobre el que también influye el Ministerio de las Culturas por tratarse de un Bien de Interés Cultural del Ámbito Nacional.

Así se veía en 2020 la antigua estación del ferrocarril de El Bosque. FOTO: Metro de Medellín.

La línea de tiempo que lleva hasta la valla instalada el 26 de abril tiene otros hitos. En 2021, en medio del paro nacional, surgió la biblioteca improvisada en estantes en el parque de Los Deseos, rebautizado por los manifestantes como parque de la Resistencia.

En ese lugar varios grupos de jóvenes acamparon durante semanas y fue también el epicentro de actos culturales, discusiones y confrontaciones violentas con el Esmad. En julio de ese mismo año, varios colectivos denunciaron que una menor de edad fue abusada sexualmente por la policía en esa estación, donde hacía guardia permanente un grupo del Esmad durante las movilizaciones. 

La exconcejala Dora Saldarriaga acompañó ese caso y recuerda que estuvo junto a la menor de edad en el Hospital General: “Mi rol era verificar que se diera la ruta de atención, pero nada funcionó. Fue una revictimización tenaz porque no tenían los datos de la familia de la niña y sin la autorización de un adulto no se podía activar el Código Fucsia. Entonces tenía que hacerlo Bienestar Familiar, que llegó a las 4:00 de la mañana”. En las protestas que esa situación desató, un grupo de manifestantes prendió fuego a la estación.

En agosto de 2021 la policía desalojó el parque de Los Deseos, con todo y biblioteca. Pero en octubre de ese mismo año, un grupo de jóvenes decidió ocupar la estación, que quedó en pie a pesar del incendio, e instalar ahí la biblioteca. “Entre ese momento y diciembre de 2022 estuvieron con actividades miércoles, sábados y domingos. Cargaban cajas de libros y montaban la biblioteca, había talleres de teatro, yoga, grafiti, hasta un preuniversitario”, recuerda Arango.  

Diferentes colectivos de la ciudad se apropiaron de ese lugar como un epicentro cultural asociado de las movilizaciones de 2021. FOTO: Cortesía Jennifer Giraldo (@AlgundiaJenni).

Pero en diciembre de 2022, desocuparon luego de llegar a un acuerdo con la Secretaría de Cultura de la administración de Quintero. Lo pactado consistía en permitir las adecuaciones físicas de la estación, que estarían a cargo de la Fundación Ferrocarril de Antioquia, y al cabo de tres meses los jóvenes retomarían el espacio para la biblioteca. 

El plazo se cumplió y, según recuerda Andrea Arango, el secretario Álvaro Narváez les respondió a quienes pedían el cumplimiento del acuerdo que el proceso estaba parado por cuenta del Parque Explora, que tenía el comodato de la estación. Entonces, en mayo de 2023 se acercaron a Explora y empezaron nuevamente a negociar. “Fueron dos meses de reuniones, pero fue muy desgastante porque tuvimos que empezar de cero. Por ejemplo, decían que no estaba demostrado que hubo violación [a propósito del caso de la menor de edad] y desconocían el estallido social”, afirma Arango.

Aunque hubo avances en esas conversaciones, las posturas del parque y de las promotoras de la biblioteca iban por caminos distintos. De acuerdo con la profesora de la UdeA, por ejemplo, Explora evitaba llamar a la biblioteca por su nombre y diseñó un perfil para contratar a alguien que la liderara, pero ninguno de los jóvenes que participó del proceso cumplía esas condiciones. Hasta que las conversaciones se diluyeron.

Tatiana López es la vocera de la biblioteca, fue ella la persona que en 2021 empezó a promoverla con unos cuantos libros en el parque de Los Deseos y una de las que ha estado en todo el proceso de incidencia para preservar el espacio en la estación de El Bosque. 

Según cuenta, en Explora, además de «falta de voluntad», encontraron prevenciones políticas: “Decían que éramos violentos y que representábamos a algún sector político, cuando somos un grupo de personas muy diversas, y no somos violentos; llegamos después de que la estación fuera vandalizada y somos los que estamos dándole vida a este lugar porque representa la memoria de la no repetición”.

Consultamos al Parque Explora para preguntarle por qué no llegaron a acuerdos. Por medio de su equipo de comunicaciones, nos dijeron que trataron “siempre de encontrar convergencias y concertar las mejores posibilidades para la gente y para el lugar”, que alcanzaron a diseñar líneas de programación, pero que también enfrentaron barreras: 

“Esgrimimos algunas limitaciones para tomar decisiones que no eran de nuestra competencia. Para empezar porque el espacio no es nuestro. La naturaleza del inmueble, declarado por el Ministerio de Cultura como Bien de Interés Cultural de la Nación, como todas las estaciones de tren del país, nos impone como comodatarios limitaciones para decidir sobre el mismo (…) Fuimos puente cuando todo estaba roto. Convocamos, ligamos e intentamos, como es comprobable, trabajar con ellas y ellos, y con distintos habitantes del sector para, entre todos, tomar decisiones”.

Agregaron que se mantuvieron en las conversaciones hasta que la biblioteca decidió retirarse y que, en ese momento, les respondieron a sus promotoras con una comunicación en la que abordaron varias de sus solicitudes. En esa carta, por ejemplo, el parque decía: “La Biblioteca Popular Betsabé Espinal es un proceso que reconocemos y valoramos”, pero también que no estaban en capacidad de decidir sobre asuntos como el nombre por su condición de comodatarios.

Una vez se rompieron esas conversaciones, Tatiana López y otras personas trataron de acercarse al Ministerio de las Culturas, pero no recibieron respuesta, hasta poco después de que asumió Juan David Correa. Ya quedaban pocos meses de la alcaldía de Quintero y, de acuerdo con el ministro Correa, lograron un acuerdo, pero solo de palabra: “Ellos dijeron que sí. Que entregaban la estación a Minculturas en comodato para que nosotros en compañía de los pelaos hiciéramos un espacio cultural. Alcanzamos a elaborar minutas de contrato, pero no se logró concretar”, explicó el ministro. 

Luego, con la llegada de Gutiérrez a la Alcaldía, retomaron las negociaciones. Por la administración distrital estuvo al frente Manuel Córdoba, el (fugaz) secretario de Cultura, al que el alcalde le pidió la renuncia en febrero: “Fue súper voluntarioso, dijo que sí, que podíamos hacer una junta de administración tripartita [Alcaldía, Ministerio y los jóvenes de la biblioteca], y dijo que estaba dispuesto a trabajar con el Ministerio”.

De acuerdo con Arango, el secretario de Juventud, Ricardo Jaramillo, tenía una postura muy distinta a la de Córdoba. “Decía que no podía estar la primera línea, que ese debía ser un espacio neutral, que no podía ser un espacio político y que los chicos estaban muy ideologizados”.

Con la salida de Córdoba, los canales de comunicación se cortaron hasta la reunión del 15 de marzo entre el ministro Correa y el alcalde, en la que no hubo acuerdos. Tatiana López asegura que han buscado por diferentes medios hablar con Santiago Silva, que asumió a principios de abril en reemplazo de Córdoba: “Él sabe que existimos y conoce esta historia, pero no se ha querido reunir con nosotros”.  

Buscamos a Silva para preguntarle por la postura de la Secretaría de Cultura sobre la biblioteca y la decisión de instalar en su lugar la sala de lectura de Buen Comienzo, sin embargo, el secretario nos dijo que el asunto estaba a cargo de la Jefatura de Prensa de la administración distrital. Preguntamos por esa vía y también le escribimos directamente al alcalde, pero no recibimos respuesta.

Quien sí nos respondió fue el secretario de Juventud. Nos dijo que a principios de este año retomaron el proceso que había empezado la anterior administración y que, si bien coincidieron en que la antigua estación de El Bosque debía ser “un lugar plural”, no lograron un acuerdo en el que “quedaran satisfechas todas las partes”. 

Agregó que esa zona tiene necesidades puntuales en atención a niñez y que por eso la Alcaldía definió “que este lugar, que hoy está abandonado y debe abrirse para el beneficio de toda la comunidad, se convertirá en una casa de la lectura infantil con oferta para niños, y un espacio para atención familiar de Buen Comienzo”.

Y a la pregunta sobre si dijo que debía ser un lugar neutral y sin la primera línea, Ricardo Jaramillo respondió: “Desde esta alcaldía construimos desde la diferencia. Seguiremos abriendo canales de diálogo con todas las personas y esta no será la excepción. La posición siempre ha sido que ese espacio debe ser para el uso y beneficio de toda la comunidad de la zona norte, no de un grupo en particular. El acceso a los equipamientos públicos debe ser para todos los ciudadanos”. 

La disputa por el relato

Esa vieja estación representa muchas memorias. La de un ferrocarril que solo es recuerdo, pero desde 2021 esa casita en ese cruce de caminos también carga con las memorias del paro, de la violencia sexual, del incendio, de la autogestión, de los libros, de la fiesta popular y de la hilandera y líder sindical del siglo XX que los manifestantes conmemoran con el nombre de la biblioteca.

En su carta de este 27 de abril, el ministro Correa parece asumir que la visión de la Alcaldía se impuso: “A esos muchachos hoy quiero decirles que, aunque no parece este un caso de éxito, todos y todas han dado muestras de interés en participar de las instituciones para poder cambiar el país; en intentar recorrer caminos formales para poder transformarnos. Y que quizás hoy no habrá una biblioteca llamada Betsabé Espinal en ese lugar, pero que esa biblioteca existe para muchos de nosotros. Esa mesa llena de libros en medio de un incendio es nuestra esperanza. Mantengámosla. Aunque parezca difícil”.

Sin embargo, Tatiana López asegura que van a permanecer allí. Nos respondió este 27 de abril desde la estación, donde se reunieron un grupo de personas para conmemorar los tres años del paro. “La vamos a seguir habitando”, nos dijo desde afuera, muy cerca de la valla de la Alcaldía, porque desde hace meses el edificio está cercado. 

Entonces, en medio de los sonidos de la conmemoración, también nos dijo que la Alcaldía tiene “poca imaginación”. Que “ponen una casa de la lectura infantil cuando nunca se les habría ocurrido que este espacio pudiera ser habitado por los libros”. Y también, que esperan que el alcalde los visite, que entre ellos hay muchos jóvenes “inconformes y rebeldes”, pero que no se van a dejar provocar: “El posparo dejó muchas heridas y las secuelas de tanta violencia dejó muchos odios y mucha rabia”. Por eso, piensan la biblioteca “como un lugar para sanar”.

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