Un cuerpo técnico liderado por un cantante y una basquetbolista convocaron y entrenaron, en 1991, a las veinte jugadoras aficionadas que conformaron el equipo de Antioquia en el primer Campeonato Nacional Femenino de Fútbol. Esta es la historia de uno de los equipos que le abrieron camino a la Selección Colombia que llegó a los cuartos de final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda.
A veces, cuando llegaban a jugar a canchas polvorientas, las pocas futbolistas aficionadas en la Medellín de los 80 se encontraban con insultos que caían de las graderías: “Saquen a esas machorras hijueputas, que se vayan pa´ la casa a hacer oficio”.
Varias de ellas recuerdan que les pasó en la cancha de Alejandro Echavarría en Buenos Aires y en la de Antonio Nariño en la comuna 13. En la de Everfit por la 65 o en la del barrio Santa Lucía. Traumas que no se olvidan de un proceso que empezó a trompicones cuando el fútbol practicado por mujeres era visto más como un embeleco de “unas locas” o una “señal de masculinidad” que como una opción profesional.
En ese entonces, 1991, para las gomosas del fútbol en el departamento no había una liga ni categorías juveniles ni una Ponyfútbol ni una Selección Antioquia. Pero había una semilla: un puñado de equipos aficionados como Medias Rojas, Itagüí, la Escuela Metropolitana de Envigado y Masajes Apolo que desde hacía años competían entre ellos y divagaban entre el fútbol y el microfútbol.
Los mecenas, aunque austeros, eran diversos. Eran algunos profesionales solterones, futbolistas frustrados o dirigentes sensibles —como Arturo Bustamante— que a duras penas daban para los uniformes; también algunas empresas textiles como Inversiones El Cid.
Siempre un denominador común: la informalidad de un deporte aficionado. El fútbol practicado por mujeres en Antioquia se limitaba a cuadrangulares amistosos y torneos relámpago en Medellín y el Valle de Aburrá, y a algunas exhibiciones en municipios cercanos como Amagá o Santa Fe de Antioquia.
Pero el cierre del año 91, además de la primera Copa del Mundo de mujeres que se realizó en China —y que ganó Estados Unidos—, vino con otro hecho clave en el desarrollo de esta historia. Fue un pedido de la FIFA a las federaciones para que organizaran los primeros torneos nacionales de mujeres. Al frente de la Difútbol estaba un personaje aún conocido y señalado en el mundo del fútbol: Álvaro González Alzate.
De ahí nació la necesidad de conformar la primera Selección Antioquia que enfrentaría, a mediados de diciembre, y como local, el primer campeonato nacional femenino de fútbol.
“Fue importante que nos reconocieran en la Liga Antioqueña. Ya había mundial femenino y aunque aquí creo que lo hicieron más por una obligación de la FIFA que por un deseo o necesidad, para nosotras fue algo muy grande porque era legalizar una clandestinidad de muchos años”, cuenta Lina Cardona, que creció en Itagüí e hizo parte de esa primera selección como defensora central.
La basquetbolista y voleibolista Marta Restrepo, integrante del cuerpo técnico de esa selección, recuerda que los entrenos principalmente eran en la cancha de Santa Lucía (comuna 12) o en la Marte 2, en el estadio. A esa selección no cayó de rebote o por casualidad; era la entrenadora de Itagüí que era uno de los equipos más fuertes del Valle de Aburrá. Tampoco es que fueran muchos más.
“Recuerdo que para el campeonato contamos con el apoyo táctico del profe Luis Fernando Montoya —luego campeón de Copa Libertadores con Once Caldas— y que la base de la Selección Antioquia salió de Itagüí, de Envigado y de Medias Rojas que era el equipo de Tony. Por supuesto que conocíamos a todas las jugadoras porque éramos pocos equipos y siempre jugábamos entre nosotras”, dice Marta.
Tony es Tony del Mar, un cantante colombiano que también hizo parte de la Selección Antioquia femenina de 1991 y que intercalaba los escenarios y los estudios de grabación con el rol de entrenador de fútbol. Curiosa ambivalencia: a veces su voz servía para enamorar por medio de los boleros que interpretaba y a veces para regañar a sus dirigidas por un gol en contra.
“Aunque prácticamente no había fútbol de mujeres en Antioquia teníamos un equipo muy bueno. Yo empecé con Medias Rojas porque trabajaba en El Cid y teníamos jugadoras muy talentosas. Por eso me llamaron para la Selección Antioquia. Fui músico, pero también jugué fútbol y me gustó ser entrenador toda la vida”, cuenta hoy Tony, a los 91 años, sobre esa primera selección que hizo historia.
¿La capitana del equipo? La defensora Liliana Zapata. Lilo, hoy referente del fútbol femenino por su trabajo de más de 20 años con el equipo Formas Íntimas, daba esta entrevista a El Colombiano días antes del debut. Hablaba de los dos meses de preparación y reclamaba más espacios para que las mujeres mostraran su talento: “Pienso que nosotras no vamos a poder depender del fútbol hasta dentro de muchos años”, dijo.
Las catalinas y las lindas de la época
Talento había, igual que ahora. En eso coinciden Luz Estela Zapata y Margarita Martínez, otras referentes del origen del fútbol femenino en Antioquia que participaron del proceso:
“Estuve en el proceso pero no pude jugar el torneo porque acababa de tener a mi primer hijo. Casi que esos primeros años éramos las mismas veinte. Talento teníamos porque por ejemplo nunca he visto una central tan fuerte como Lilo. Luz Aidé Grisales, la Totona, era muy juiciosa y jugó más de 30 años con la Selección Antioquia. Sandra Valencia era una goleadora impresionante, al nivel hoy de Catalina Usme”, cuenta Luz Estela, quien junto a Liliana construyó a principios del 2000 esa especie de mito para las nuevas generaciones de mujeres futbolistas llamado Formas Íntimas.
Margarita, por su parte, resalta la capacidad goleadora de Sandra Valencia, el liderazgo de Lilo y el talento innato de Ysela Amparo Vargas: “Ysela tenía una técnica impresionante. Podía jugar de volante y de delantera”.
Ysela Vargas manejaba los dos perfiles. “Para cobrar tiros libres era fuera de serie y para gambetear rivales no tenía nada que envidiarle a una Linda Caicedo. Uno no era capaz de quitarle al balón”, recuerda su compañera de equipo Lina Cardona.
Un estreno récord y un subcampeonato inolvidable
Cinco equipos (Antioquia, Valle, Bogotá, Santander y Casanare) participaron del primer campeonato nacional. El sistema era todos contra todos, con partidos de dos tiempos de 40 minutos. La primera fecha se disputó en las canchas de Fabricato y Envigado, y por los azares del sorteo a la Selección Antioquia le tocó descansar. El estreno de las locales se hizo esperar un día más.
El 17 de diciembre de 1991, el debut de las paisas fue aplastante: triunfo 18-0 ante Casanare. En cuatro partidos la selección llanera fue incapaz de anotar un gol y recibió 66 goles en contra. Se llevó con méritos el antirécord a la selección más débil del torneo. Datos, no opinión.
Antioquia ganó sus tres primeros partidos por goleada y sacó arco invicto: el ya mencionado 18-0 y otros dos triunfos 4-0 ante Bogotá y Santander la pusieron como favorita al título. Por su parte, Valle llegaba a la última fecha con la misma cantidad de puntos, pero menor diferencia de gol. Un empate bastaba para que el título se quedara en casa.
La gran final entre Antioquia y Valle se jugó el sábado 21 de diciembre de 1991, a las 3:45 de la tarde, en el estadio Atanasio Girardot.
Fue un partidazo. Valle comenzó ganando al minuto diez con gol de Naydu Rivas, pero la volante Berenice Rodríguez empató rápido para las locales. Ni el golazo de chilena de la capitana Liliana Zapata, que representó el 2-1 parcial para Antioquia, sirvió para concretar la hazaña. Dos goles de las visitantes sellaron el 3-2 definitivo. El título del primer Campeonato Nacional Femenino de Fútbol se fue para Cali.
“Ese 3-2 de la final con Valle fue una locura y a mí nunca se me olvida porque fue en el Atanasio y porque era la primera selección. A todas las que jugábamos desde mucho antes nos parecía increíble. Nunca pensamos que algo así ocurriera con el fútbol femenino”, recuerda Margarita Martínez, quien desde 1993 —y hasta 2004— fue la entrenadora de la Selección Antioquia femenina de fútbol.
En 1995 llegó el primer título para Antioquia de la mano de esta camada de futbolistas. Después llegaron otros hitos como los primeros Juegos Nacionales con fútbol femenino (Fusagasugá, 2004) y la primera vez que las mujeres participaron en el Ponyfútbol (2010). Luego llegaron las “superpoderosas” con nombres como Daniela Montoya, Catalina Usme, Sandra Sepúlveda. Ellas, junto a jugadoras más jóvenes como Manuela Vanegas, acaban de tener la mejor participación histórica de Colombia en un mundial femenino.
El proceso ya había iniciado en 1991 de la mano de 20 aficionadas y del ecléctico cuerpo técnico. Bien lo dijo Catalina Usme en una de las declaraciones después de la Copa del Mundo: “Es un premio increíble para el equipo, pero también para tantos años de fútbol femenino en nuestro país. No solo para nosotras sino para las mujeres de antes que construyeron un camino y nadie las reconoce: Lilo [Liliana Zapata], Miriam [Guerrero], Luz [Estela Zapata], que nos empezaron a abrir camino cuando nadie sabía que existía el fútbol femenino”.