Cuando denunciar no es suficiente: historia de un acoso de casi una década

Por El Armadillo

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21 de agosto de 2023

Desde hace ocho años a Maria Antonia Sanín la acosa sexualmente un excompañero suyo de universidad. Andrés Buitrago le escribe obsesivamente por redes sociales y contacta a sus familiares y conocidos. Ella ha llegado a quedarse encerrada durante meses por miedo y porque la justicia y las instituciones no atendían su caso, hasta que se hizo viral.

Por: Elisa Castrillón Palacio.


“Yo no me voy a hacer pequeña porque un tipo decidió acosarme: la solución es que él deje de hacerlo”, dice Maria Antonia Sanín, de 26 años. Desde hace ocho, cuando empezó a estudiar Economía en la Universidad Eafit, Andrés Buitrago, un excompañero suyo de la misma carrera, la persigue y acosa con la excusa de que es su “musa a la distancia”, como se lee en un correo que Buitrago envió en enero de 2021 a Catalina Gómez, directora de la carrera de Economía y jefe de Sanín en un grupo de investigación. 

El 9 de agosto, tras años de vivir atemorizada y cambiar su vida cotidiana para garantizar su seguridad, decidió contar toda su historia en un hilo de Twitter que se volvió viral. Contar eso que estaba viviendo fue la estrategia para empezar a superarlo y, desde entonces, recibió el apoyo de otras personas que dicen haber sido contactadas por Buitrago. También, ahora, parece que la justicia se fija en el caso. “Ya no tengo miedo, me siento super empoderada”, nos dijo dos días después de su publicación.  

Pero esa sensación es cambiante. Ahora se debate entre la seguridad de sentir que su historia es pública, y el cansancio físico y emocional que ha traído consigo la visibilidad. Es «un arma de doble filo», escribió después. 

Desde 2015, cuando María Antonia cursaba su segundo semestre en la universidad, Buitrago le escribe por redes sociales pidiéndole que trabajen juntos, le envía mensajes a sus jefes y familiares pidiéndoles acercamientos con ella y publica videos en Youtube en los que la nombra. Tras las negativas de ella y una denuncia por acoso sexual que Sanín interpuso ante la Fiscalía en 2021, Buitrago la ha tildado de terrorista y de ser un obstáculo para sus planes sociales y políticos.

No es la única forma de acoso de Buitrago. 

Lleva años hostigando a funcionarias del Estado a quienes también se refiere en sus videos como “unas obras de arte”, y a quienes desde 2021 les envía cientos de derechos de petición que colapsan sus oficinas, como este documento en el que retoma varias tutelas y derechos de petición que ya había enviado para sancionar “a quienes viven del Estado”.

 

“Me podían llegar hasta seis correos al día. También le escribió a otra compañera de la entidad y como decía estar interesado en acercarse a nosotros por una propuesta, ella, sin conocer nada de esto, le dio mi número celular. Los mensajes ahora me llegaban vía WhatsApp, llamadas; incluso sábados y domingos. Lo bloqueaba, pero por alguna razón me seguían llegando sus mensajes”, cuenta Ana María Quiroz, directora de Escalamiento Empresarial y MiLab en Innpulsa. 

Tras hacerse viral el caso de Maria Antonia en redes sociales, la familia de Buitrago reconoció en un comunicado que él sufre de un trastorno mental. Eso complejiza el caso y explica algunas de las acciones de Buitrago, como la agresividad después del rechazo y la insistencia. Pero no le resta importancia a los impactos que Sanín y otras mujeres han sentido en su vida cotidiana.

La obsesión con Maria Antonia

Maria Antonia conoció a Andrés en un semillero de investigación de Economía cuando tenía 18 años, en 2015. Intercambiaron los teléfonos y desde entonces no ha parado de escribirle. Primero le hacía comentarios sobre temas académicos, después la invitó a salir y como ella no le respondía acudió a sus conocidos: profesores, compañeros de carrera, a su papá y a otros familiares. A varios les decía lo mismo: “Hay un proyecto en el que me puedes ayudar: Maria Antonia Sanín” o “tengo un problema: Maria Antonia Sanín”.

También la buscó y la contactó por Facebook, Twitter, Instagram, correo electrónico y Linkedin. “Mis procesos mentales te necesitan”, le escribió en un mensaje de Facebook en febrero de 2018. Ella lo bloqueó varias veces y cambió sus usuarios de redes sociales, pero Buitrago volvía a contactarla a través de cuentas nuevas, algunas supuestamente de sus empresas (Regular ¾, Another stupid brand, Sociemy, entre otros). “Tuve que cerrar mis redes sociales muchos años y el tipo me seguía encontrando. Me daba mucho miedo ir al trabajo porque el tipo claramente hacía alusión a que él sabía dónde trabajaba”, dice Sanín. 

El 5 de febrero de 2021 interpuso una denuncia en contra de Buitrago por acoso sexual y le concedieron una orden de alejamiento. La investigación no avanzó, pero ese año coincide con el momento en el que él empezó a publicar videos de Youtube en contra de Maria Antonia y en el que comenzaron los hostigamientos y el envío de derechos de petición a varias entidades del Estado.  

Por ejemplo, en un video del año pasado, que desde el 13 de agosto aparece como privado en su canal de Youtube, Buitrago dice que Maria Antonia es la “terrorista más peligrosa de Colombia” y le pide retirar la denuncia en su contra porque “nunca te he acosado sexualmente”. Es solo uno de los cientos de videos, publicaciones en redes sociales y correos con cientos de destinatarios en los que acusa a Sanín de entorpecer su vida personal y profesional. 

“Esto se me volvió vivir aterrorizada y encerrada. Hubo una época en la que yo no salía de mi casa, no ponía un pie en la calle. Después de eso pude volver a salir, siempre acompañada. No era capaz de montarme en un transporte sola y eso limitaba completamente mi vida cotidiana”, cuenta Sanín sobre esa época, después de la denuncia,  en la que el acoso se hizo público y más intenso. 

Para Aura Isabel Duarte, abogada experta en casos de violencias basadas en género, este es un caso claro de acoso sexual, sobre todo por los impactos en la salud mental de Maria Antonia. “Hay asedios y hostigamientos como estos que se disfrazan de un interés romántico y que en el fondo se catalogan como acoso sexual por la intensidad y el nivel del acoso. Las expresiones románticas tan exageradas y sobre todo no consentidas entran en el ámbito de ese delito”, dice. 

El hostigamiento al Estado

El primer mensaje que Ana María Quiroz recibió de Buitrago fue vía LinkedIn y en él dice ser un emprendedor interesado en proyectos de gobierno digital. Ella le dio su correo y desde entonces, casi a diario, Buitrago le enviaba decenas de correos con tutelas y derechos de petición. Esa práctica se repitió con otras funcionarias, casi todas mujeres, a quienes además halagaba en sus videos de Youtube (como se puede ver en este fragmento).

Varios de los correos que le llegaban a Quiroz también los recibió Aura Cifuentes, quien hasta el año pasado fue directora de Gobierno Digital del Ministerio TIC. “Varias entidades públicas saben que este tipo existe porque muchas tuvimos que escalarlo. Cada una tiene carpetas con pantallazos, pruebas, etc. En una época fue tan grave que el equipo de comunicaciones estaba alerta en los eventos presenciales por si el tipo llegaba”, dijo Cifuentes en un tuit.

También se volvió usual que Buitrago contactara a funcionarios por medio de videollamadas para hacerles propuestas. Las conversaciones quedaban grabadas y las subía a su canal de Youtube con el nombre de “negociaciones”, sin el consentimiento de las personas involucradas (como en este caso). “Un día, un compañero de atención al usuario lo atendió vía videollamada, no sabía del caso y él insistentemente reiteraba que necesitaba hablar conmigo. No fue más que colgaran la llamada y la subió a su canal de Youtube”, cuenta Quiroz.

Y el fin de semana en que María Antonia contó su historia, otras personas dijeron también haber sido hostigadas. Buitrago no solo les escribía a Quiroz y Cifuentes, sino que les enviaba mensajes a congresistas. Una de ellas es Catherine Juvinao, representante a la Cámara de la Alianza Verde a quien él se refería constantemente en sus correos y videos (como se puede ver aquí y aquí). “Yo siempre lo bloqueaba inmediatamente apenas veía que era él”, nos contó. Y a varios periodistas les escribía por LinkedIn pidiéndoles que los entrevistara y que “negociaran primicias” (como se puede ver en este y este caso). 

Ante la negativa de varias de esas personas, Buitrago amenazaba o grababa uno de sus videos señalando censura, como hizo luego de una llamada al servicio de Claro, empresa a la que acusa de censurarlo porque se cayó la red 4G de su celular. A Quiroz la amenazó con una tutela y una acción de cumplimiento si no le contestaba por Whatsapp. 

Sus peticiones eran exageradas y muy difíciles de cumplir, pero pusieron a varias entidades contra las cuerdas porque estaban amparadas en el derecho fundamental de petición, que se protege por la vía de la acción de tutela. Por ejemplo, en una ocasión Buitrago le pidió al Ejército que lo llevara a vivir con la Guardia Presidencial y le pagara un salario mínimo.

«Nadie en sano juicio, ni con todo el tiempo del mundo va a poder ver las mil tutelas, los mil videos, los mil PDF», explica Quiroz. Cuenta que en Innpulsa resolvieron direccionar el caso a los abogados para darle una respuesta general a sus peticiones y preguntas. 

Esos correos revelan varias de las obsesiones de Buitrago: la Presidencia, la seguridad cibernética y María Antonia. En su canal de Youtube se podía ver que quería ser presidente de Colombia y manejar la inteligencia militar. También decía ser víctima de persecución estatal y censura por su trabajo como investigador en temas digitales. “Las redes sociales me están censurando y me están ignorando y por eso estoy aplicando a una visa estadounidense de interés nacional”, dice en este video dirigido al gobierno de EE.UU.

Estos asuntos, para la psicóloga jurídica Paula Galindo, coinciden con un cuadro de salud mental relacionado con algún tipo de delirio. «Todos tenemos un poquito de persecución en la cabeza, pero cuando son otros temas sin que haya una amenaza real, ya hay una desconexión con la realidad. Hay enfermedades que tienen que ver con esas desconexiones», dice. 

Ese cuadro le pone matices al caso porque el estado de salud mental de Buitrago puede incidir en la sanción en caso de prospere una denuncia en su contra. Pero no justifica la inoperancia institucional de casi una década mientras María Antonia vivía atemorizada. “Con mi desespero y con mi situación lo primero que hice fue contactar a una línea de atención de violencia contra las mujeres, pero esta se aseguró de que yo estuviera físicamente bien y de resto no me ayudaron nada. La Policía tampoco podía hacer mucho y siento que esas líneas están enfocadas en las personas que conviven con su agresor”, dice Maria Antonia. 

La inoperancia institucional

Solo tras su denuncia en Twitter varias entidades le escribieron a María Antonia para asesorarla y acompañarla. La contactaron la Secretaría de las Mujeres de Medellín, la Secretaría de Seguridad de Bogotá y la Policía. «En este caso me ha rodeado mucho la institucionalidad, sin muchas cosas concretas. Pero solo en el momento en que se volvió viral», dijo Sanín. La semana siguiente la llamaron de la Fiscalía para que volviera a declarar. 

El 13 de agosto un familiar de Andrés Buitrago publicó un comunicado en el que dijo que su familia estaba recibiendo amenazas y que la enfermedad de Andrés “ha sido acompañada desde hace varios años por nuestra familia con tratamientos médicos”. Contrasta con la percepción de Sanín, quien a pesar de haber buscado a la mamá de Buitrago tres veces para pedirle ayuda con su situación, no se sintió respaldada. 

Según la psicóloga Galindo, en el caso de personas con delirios, sensaciones de persecución o esquizofrenia los síntomas son repetitivos y a veces no tienen una justificación racional. Eso podría explicar la insistencia de Andrés para contactar a Maria Antonia a pesar de varios mensajes explícitos para que deje de buscarla. “Él puede creer que es muy perseguido y tener ideas delirantes de que su bienestar depende de alguien más o que necesita a alguien como inspiración. Son temas del azar. Hay algo de ella que le hizo click, no es algo concreto que ella haya hecho. Lo complicado es que este sujeto podría ser peligroso porque él está convencido de que necesita a esta chica”, agrega. 

Por ahora, la familia de Buitrago dijo en su comunicado que le quitaron a Andrés el acceso a internet y computadores. Los últimos videos del canal de Youtube de Buitrago son del sábado 12 de agosto y todo el contenido que se refería explícitamente a Maria Antonia fue ocultado de la cuenta. 

Pero para Sanín el comunicado no es suficiente porque aún no siente que esté garantizada su seguridad y no es claro si Buitrago ya está en un tratamiento que garantice que no va a volver a aparecer en unos meses, como ya ha pasado. “Antes sentí mucho pesar. Pero no es mi responsabilidad sentir empatía por mi agresor”, dice. 

Por ahora, Buitrago se enfrenta a un juicio social que lleva varios días siendo tendencia en las redes sociales. Es un mecanismo de denuncia amparado por la Corte Constitucional desde 2021 luego del caso de un hombre con una enfermedad mental que se le metió desnudo en la cama a una vecina menor de edad; reiterado el 14 de agosto con una decisión que protege el escrache como una forma de denuncia válida. 

Como explica Aura Isabel Durán, “las personas pueden tener ciertas patologías mentales y aún así estar en la capacidad de comprender lo que hacen”. Es decir, la justicia tendrá que establecer si Buitrago era consciente o no del daño que le causó a María Antonia.

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