La historia de la agresión de dos extranjeros contra una empleada doméstica en un Airbnb de Medellín

Por El Armadillo

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24 de mayo de 2024

A finales de 2023, durante una hora y media, dos canadienses golpearon y retuvieron a una mujer que limpiaba el apartamento en el que se hospedaban. El caso no ha avanzado, a pesar de que la víctima denunció de inmediato con evidencias que incluyen videos y fotos de los pasaportes de los agresores. 

Por Vanesa Restrepo y Manuela Garcés


Un grito de dolor retumbó en todo el edificio. Eran casi las 7:00 p.m. del jueves 23 de noviembre de 2023 y Margarita ya llevaba más de una hora retenida por dos hombres canadienses en un apartamento en el barrio El Poblado de Medellín. En un intento por escapar de lo que sentía como una muerte segura, la mujer corrió hasta la puerta pero los hombres —mucho más grandes y corpulentos— la alcanzaron, la arrastraron del pelo, le quitaron la camisa y la golpearon con un celular en la cabeza. 

Los dos agresores se llaman Raymond, los dos son de nacionalidad canadiense aunque uno de ellos tiene ascendencia asiática, los dos hablan poco español y los dos acusaban a Margarita de haberles robado dinero y un anillo.

Ambos habían estado viviendo durante un mes y 17 días en ese apartamento que alquilaron a través de la plataforma Airbnb junto con otra mujer, también canadiense. La renta incluía una limpieza semanal que Margarita había cumplido sin falta, a pesar de que se sentía incómoda con los inquilinos. “Desde que los vi me pareció que no eran personas confiables. Cuando fui a hacer la primera limpieza encontré el apartamento vuelto nada, con mucho mugre y basura, con marihuana en las mesas y hasta un polvo rosado en las almohadas. Y me sorprendió mucho porque la mujer tenía como siete u ocho meses de embarazo”, recuerda. Margarita no es su nombre real, por razones de seguridad mantenemos su identidad en reserva.

Según los registros de las cámaras de seguridad del edificio, los extranjeros salieron del apartamento ese jueves, con sus maletas, a las 2:46 p.m. Una hora después llegó Margarita para limpiar y ordenar todo para los siguientes huéspedes. A las 4:30 p.m. empezó a apilar cajas y otros residuos en el pasillo y a las 5:30 p.m. los dos Raymond regresaron al apartamento, saltaron entre la pila de basura, abrieron la cerradura digital y entraron. 

2023-11-23 from El Armadillo on Vimeo.

Margarita, que ya estaba recogiendo toallas y sábanas para lavar, los vio entrar a una de las habitaciones y pensó que algo se les había quedado. Como ella no habla inglés y ellos sabían muy poco español, tampoco hizo esfuerzos en entablar una conversación o tratar de ayudarlos. Entonces siguió en lo que estaba, hasta que los escuchó gritar. 

“Ellos me dijeron: ‘¡Tú, ven!’. Entraron al cuarto en el que estaba y lo cerraron con seguro. Ahí se me paró el corazón. Empezaron a gritar: ‘Tú robaste mi dinero, tú robaste mi anillo’ y yo les preguntaba que cuál anillo, que cuál dinero. Ellos repetían que ahí había un anillo y me exigieron que les entregara mi bolso”, cuenta Margarita. 

Según su relato, que coincide con el reporte que le dio a la Fiscalía horas después, los hombres le sacaron la billetera y tomaron el dinero que tenía (producto del pago por su trabajo) diciendo que les pertenecía. Margarita dice que no sabía si le entendían, pero en el español más claro que pudo les dijo que si creían que ella los había robado, que llamaran a la policía. 

Esta no era la primera vez que los canadienses la acusaban de robar. Antes de que se cumpliera el primer mes de estadía, los extranjeros llamaron a Thomas, el administrador del apartamento, a decirle que Margarita les había robado un dinero (entre uno y dos millones de pesos). “Me dijeron que ella era la única persona que había estado en el apartamento, además de ellos. Les dije que ella llevaba trabajando conmigo más de cinco años y que nunca había tenido ninguna queja por su trabajo, ni problemas con otros huéspedes”, relató Thomas, que también es extranjero y se dedica a administrar propiedades de otras personas, que usualmente se alquilan a turistas. También pidió mantener su identidad real protegida, por seguridad. 

El administrador revisó las cámaras que dan a la entrada del apartamento y encontró que, contrario a lo que los huéspedes dijeron, en las últimas semanas, además de un chef y otra mujer que también cumplía tareas de limpieza, al apartamento habían llegado más visitantes. “Estos hombres ingresaban entre dos y tres mujeres cada semana”, aseguró. 

Para evitar nuevos señalamientos que le parecían injustos, Margarita le pidió a su jefe que la asignara a otro apartamento, pero la propuesta fue rechazada por los canadienses y ella tuvo que regresar. Desde entonces decidió que cada vez que estuviera en ese lugar iba a tomar fotos y videos para mostrar las condiciones en las que encontraba todo.

El terror

De vuelta a ese día de noviembre de 2023, después de que los canadienses tomaron el dinero que había en la billetera de Margarita, le exigieron que les entregara su celular. Ella, que seguía insistiendo en que lo mejor era llamar a la policía, empezó a gritar pidiendo ayuda. 

“Uno de ellos me tapó la boca y me metió una funda (de almohada). Me reventaron la boca con la fuerza con la que me metían la funda y empecé a vomitar. Uno de ellos, el moreno, me pegaba en las costillas, en el abdomen, me daba puños y yo sentía que me quedaba sin respirar”. 

“El moreno”, como lo llama Margarita, es Raymond Arthur Jr Cornish, un afrocanadiense de 34 años que nació en Winnipeg. Según el relato de la trabajadora, fue él quien la golpeó más veces y quien más insistía en que tenía que devolver el anillo. Su compañero, Raymond Truong, de ascendencia asiática, 29 años de edad y nacido en Vancouver, fue quien, según el relato de la víctima, requisó sus pertenencias y luego hizo una llamada telefónica que puso en altavoz. 

Al otro lado de la línea respondió un hombre que no se identificó, pero dijo ser el jefe de los Raymond y pertenecer a una mafia. Con un acento que a Margarita le pareció paisa, le pidió devolver el anillo y entregar además la clave del celular para que los extranjeros pudieran revisar sus conversaciones. Además, recuerda la trabajadora, le dijo que ellos eran del “cartel de Cali” y la amenazó con matar a su familia si no hacía lo que le pedían. Ella, temiendo que encontraran las fotos y los videos que le había enviado al administrador, en los que se veían jeringas y restos de polvo rosado, se negó: “Pensé: este tipo ve que mandé esa evidencia y de una me mata”. 

Ante la negativa, los hombres intensificaron la violencia: le dieron puños, la patearon y la golpearon en la cabeza con el celular. Después de casi una hora y media de estar en la habitación, Margarita pidió agua y Raymond Truong la llevó hasta la habitación principal, donde había un baño. Estando allí recordó que dentro de la casa había otra cámara y la buscó con la mirada, pero se dio cuenta de que había sido volteada hacia el lado contrario y aunque intentó acercarse sigilosamente, los hombres se dieron cuenta. 

Y ahí me atacan, me golpean. El moreno me mete los dedos por la nariz y yo gritaba, me estaba ahogando y me puse muy nerviosa, entonces empecé a decirles que no, que me soltaran y me fui hasta la sala”, detalla Margarita. Es ahí cuando intentó salir y los hombres la halaron del pelo, le arrancaron un mechón y la volvieron a entrar. Ella gritó, mientras los agresores salieron por las escaleras llevándose no solo el dinero de la trabajadora, sino también su celular. 

2023/11/23- Agresión from El Armadillo on Vimeo.

El reporte médico, al que tuvo acceso El Armadillo, confirma que tuvo contusiones en el tórax, traumatismos en la boca y golpes en la cabeza. Ese mismo documento confirma que sufrió violencia física y que recibió una incapacidad por quince días. El impacto psicológico fue más fuerte: a Margarita le tomó casi dos meses volver a trabajar. 

«La justicia aquí es muy lenta»

Ocho horas después del incidente, Margarita radicó la denuncia por lesiones personales. Ese mismo día la Fiscalía le envió a la Policía Metropolitana un oficio en el que solicitó darle protección para “evitar afectaciones futuras en la vida e integridad» de la víctima. Pero Margarita dice que no ha tenido ningún contacto con esa autoridad. 

El Armadillo indagó con la Policía Metropolitana, que a través de su oficina de prensa respondió que aunque lograron establecer el nuevo lugar en el que se hospedaban los extranjeros, no realizaron ninguna captura porque “no se encontraron en flagrancia”. Sobre las medidas de protección, no hubo ninguna respuesta oficial.

El caso también llegó hasta la Secretaría de las Mujeres de Medellín, que lo recibió el 29 de noviembre y lo incluyó en el Mecanismo de Defensa Técnica, una herramienta con la que brindan asistencia legal y psicológica a mujeres víctimas de violencias basadas en género. La Secretaría le informó a El Armadillo que tuvo problemas para comunicarse con la víctima y que solo hasta marzo se concretó la firma de los documentos necesarios para iniciar la representación legal. El pasado 9 de abril, el mecanismo técnico solicitó copia del expediente a la Fiscalía, con el fin de establecer en qué ha avanzado la investigación y determinar si es posible recopilar más evidencias. 

Margarita, con la asesoría de sus jefes, también le reportó la agresión a Migración Colombia con una carta escrita de su puño y letra, que se radicó el 24 de noviembre de 2023. El Armadillo le preguntó a esa autoridad el 6 de mayo de 2024 si hubo alguna acción frente a la denuncia, pero hasta la publicación de esta historia no hubo ninguna respuesta. 

El pasado 16 de mayo el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, anunció la creación de una lista de extranjeros que, según dijo, “infringen las normas y ponen en riesgo a nuestras mujeres y a nuestros niños”. La lista, que fue entregada a Migración Colombia, no es pública y el alcalde no dio detalles sobre el tipo de infracciones o la nacionalidad de los implicados. Le preguntamos a la Secretaría de Seguridad si los dos canadienses estaban incluidos y respondieron que la lista incluye casos ocurridos solo durante este año. 

«El listado que hemos enviado a migración para decisiones administrativas como las que se vienen presentando de expulsión o inadmisión, que ya asciende a más de 40, es sobre casos durante el 2024 que nosotros mismos hemos evidenciado y podemos dar los respectivos soportes e informes», nos dijo Manuel Villa, secretario de Seguridad de Medellín.

La historia de la agresión a la trabajadora doméstica llegó a redes sociales, compartida en la página de una de las agencias especializadas en venta y alquiler de bienes raíces a extranjeros: “Tenga cuidado, estos tipos golpearon a una señora de la limpieza, enviándola al hospital”, decía la publicación. 

Cuatro meses después, el 27 de marzo de 2024, los propietarios de la página recibieron una carta firmada por el abogado Luis Felipe Lalinde, en la que presentó como apoderado de los tres extranjeros y, unilateralmente, fijó un plazo de tres días para que la publicación fuera eliminada de Facebook, con la advertencia de tomar acciones penales. «Usted no está autorizada y está publicando información privada y sensible sin tener ninguna prueba de sus afirmaciones», se lee en la carta. 

Nos comunicamos con el abogado para buscar la declaración de sus representados, pero declinó nuestra solicitud. También contactamos a través de redes sociales y correo electrónico  a la mujer que hizo la reserva en Airbnb, pero no obtuvimos respuesta. 

El administrador del apartamento reportó lo sucedido a Airbnb que aceptó hacer un reembolso por $1.220 dólares para solventar los daños sufridos en elementos como colchón, sábanas, toallas y hasta una mesa. La plataforma también informó que la cuenta desde la que se hizo la reserva fue vetada. 

Seis meses después de la agresión, Margarita sigue limpiando apartamentos que se rentan a través de Airbnb y otras plataformas, aunque ahora teme encontrarse con sus agresores o de que alguno de ellos amenace a su familia. A pesar de que hizo lo que le recomendaron, que fue denunciar ante todas las autoridades posibles, el caso no ha tenido avances y por eso cada vez que habla de lo que le pasó repite que “aquí la justicia es así, muy lenta”. 

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