Varias movidas alrededor de la elección de personero hicieron explícitas las transacciones de un Concejo que hereda un sistema de intercambio de favores y de puestos en la administración y en los organismos de control. También expone las tensiones en la coalición de gobierno de Federico Gutiérrez.
Por: Juan David Ortiz Franco y Manuela Garcés.
El sábado 3 de febrero el expresidente Álvaro Uribe Vélez publicó en su cuenta de Twitter un video en su finca de Llanogrande. Apareció acompañado, entre otras personas, por los cinco concejales del Centro Democrático en Medellín. Uno de ellos, Luis Guillermo Vélez, leyó una declaración en la que le restó importancia al papel del Concejo en la elección de personero y aseguró que esa bancada no apoyaría la reelección de William Yeffer Vivas, quien ocupa ese cargo desde 2020.
Dos días después, los siete concejales de Creemos, el partido de Federico Gutiérrez, protagonizaron una escena similar. Andrés Tobón, el concejal más votado de la ciudad y presidente de esa corporación, leyó el comunicado de su bancada. La idea fue más o menos la misma: que el proceso de elección no había terminado, que los concejales solo eran responsables de calificar una entrevista que valía el 10% y que declaraban su “absoluto compromiso” para evitar la impunidad “ante la corrupción que sufrió Medellín durante la alcaldía de Daniel Quintero”.
Para ese momento se acumulaban varios días de cuestionamientos en redes y en algunos medios por cuenta de lo que ya parecía un hecho: el Concejo, con mayorías absolutas al servicio de Federico Gutiérrez —15 de 21 concejales conforman la bancada de gobierno—, avalaría la reelección del personero al que ese mismo sector político acusó de favorecer al exalcalde Daniel Quintero durante los cuatro años previos.
Paradójicamente, Vivas recibía el empujón definitivo por la calificación1 La elección de personero se hace mediante un concurso de méritos que, en este caso, estuvo a cargo del Politécnico Grancolombiano. Si bien el puntaje de la entrevista es apenas el 10% del total, la cercanía en puntos entre varios candidatos llevó a que esa calificación fuera determinante en el proceso. El Concejo debe ratificar al candidato que obtenga el mejor puntaje general. de una entrevista en la que cada concejal debía puntuar a los aspirantes a ese cargo. 20 de los 21 concejales le pusieron notas por encima de ocho en una escala de uno a diez, entre ellos, los de Creemos y los del Centro Democrático (CD).
Finalmente, en medio de la presión política, de acusaciones de repartir puestos a cambio de favores y de señalamientos por el supuesto incremento irregular de su patrimonio en los últimos años, Vivas renunció a su aspiración, lo que facilitó el reversazo del “fico-uribismo” en su intento de reelegirlo.
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Ya sin el actual personero en el concurso y con el argumento de que atendían las reclamaciones de varios aspirantes por su puntaje, 19 de los 21 concejales cambiaron sus calificaciones a partir de la misma entrevista. Al primer lugar saltó Mefi Boset Rave Gómez por cuenta de un cambio sustancial en la opinión de varios corporados. Por ejemplo, Andrés Tobón, que le había puesto 3,0, cambió su nota por 10,0, la más alta que permite el sistema de evaluación.
Según le dijo a El Armadillo, desde un principio sabía que la calificación inicial estaba sujeta a revisión y por eso hizo anotaciones de fortalezas y debilidades de todos los aspirantes. “En la oportunidad de volver a escuchar la entrevista, leerla palabra por palabra y, por supuesto, de leer la reclamación sustentada del doctor Rave me encontré con muy buenas respuestas. Las mismas no las había percibido así el día de la entrevista”, nos dijo el presidente del Concejo.
Alejandro Arias, concejal de la Alianza Verde —partido declarado en independencia— y exsecretario de Desarrollo Económico de Quintero, también cambió su evaluación sobre Rave Gómez. Pasó de 4,0 a 8,27. Según le dijo a El Armadillo, la primera evaluación “fue objetiva” y la segunda “también fue objetiva, pero recogió el sentimiento de la ciudadanía”.
Alrededor de ese concurso, del llamado al orden de Uribe a su bancada y del cambio de opinión de Creemos hay varias claves que, como publicó La Silla Vacía el 6 de febrero, “miden la promesa anticorrupción de Fico”. Además, dan cuenta del reencauche de las viejas transacciones clientelistas del Concejo, pese a que solo tres concejales repiten curul en este periodo.
«¿Federico les dice a ustedes qué hacer?»
La reunión de Uribe con sus concejales no estaba citada para hablar de la elección de personero. Sin embargo, ese fue uno de los temas centrales. Una fuente cercana al Centro Democrático y a Creemos le aseguró a El Armadillo que el expresidente les hizo a los concejales varios comentarios sobre el procedimiento de elección y luego les preguntó si de las 12 personas que entrevistaron en realidad la que mejores respuestas ofreció fue el personero Vivas.
Agregó que el concejal Luis Guillermo Vélez le dijo a Uribe que sentía la necesidad de hablar con la verdad. “Y dijo que el presidente del Concejo [Andrés Tobón] pasó puesto por puesto diciéndoles que el personero que Federico quería era ese. Y que eso fue un asalto a su buena fe”.
El Armadillo trató de corroborar esa versión con Vélez, pero se negó a responder nuestras preguntas. Por su parte, el concejal Tobón nos dijo que había leído “esa acusación” en La Silla Vacía y negó que haya tratado de influenciar: “Eso es absolutamente falso. No solamente no me metí con el criterio de los demás concejales, si no que tampoco tuve conversación alguna con la administración respecto del concurso”.
Sin embargo, otra fuente que pidió no publicar su nombre confirmó la versión sobre Tobón y agregó que Uribe cuestionó a los concejales por seguir las supuestas indicaciones del alcalde sin medir las implicaciones. “Uribe se paró muy molesto y dijo: ¿Cómo así, entonces Federico les dice a ustedes qué hacer? Ustedes lo hacen y dañan la imagen del partido, ¿pero cuándo Federico va a recuperar la imagen del partido?”.
De acuerdo con esa fuente, el expresidente también les dijo a los concejales que, sin importar las consecuencias jurídicas, debían evitar la elección de Vivas. La explicación sobre esa advertencia está en que, por tratarse de un concurso de méritos, el Concejo tiene la obligación de designar como personero a la persona con el mayor puntaje. De no hacerlo, los concejales podrían ser sancionados.
Es por eso que fue clave la “jugadita” de volver a calificar las entrevistas ante las reclamaciones de otros aspirantes, una posibilidad contemplada en el concurso. El 7 de febrero El Colombiano publicó una nota en la que aseguró que el Concejo recibió siete solicitudes de otros aspirantes para reconsiderar las notas y que fue amparados en esas solicitudes que un grupo de concejales definió nuevos puntajes que dejaron a Vivas por debajo de Mefi Boset Rave.
Ante ese escenario, Vivas se anticipó y al día siguiente anunció su renuncia. En una declaración que hizo para varios medios ese mismo 7 de febrero habló de una “persecución política” y dijo que no se prestaría para “juegos de poder”.
La bolsa de los papelitos
Lo que parecía una reelección cantada y el posterior cambio de opinión de la mayoría de los concejales para que Mefi Boset Rave sea ratificado el próximo 16 de febrero, ilustra las transacciones de tiempo atrás alrededor de organismos como la Personería y la Contraloría distrital. Dos entidades que tienen entre sus funciones vigilar disciplinaria y fiscalmente a la administración local.
El sistema de distribución de puestos ha tenido mecanismos más o menos sofisticados. Dos exfuncionarios del Concejo nos contaron que para la primera elección de contralor en el periodo 2020-2023 los concejales de la bancada de gobierno se sortearon en una bolsa llena de papelitos decenas de puestos de esa entidad que luego intercambiaron con un sistema de puntos. “Por ejemplo, si a alguien le tocaba un contralor auxiliar, pero no tenía a quién poner, podía cambiar con otro concejal al que le hubieran tocado varios profesionales”, dijo uno de ellos.
Según otra fuente que conoció de cerca esa negociación, quienes coordinaban el sistema de puntos eran los ya exconcejales Fabio Rivera y Luis Bernardo Vélez.
Pero la distribución de esos organismos como botines burocráticos no es una novedad. Un exfuncionario de la Personería de Medellín, que trabajó en esa entidad durante los dos periodos consecutivos de Jairo Herrán Vargas (2004-2007 y 2008-2011), durante los gobiernos de Sergio Fajardo y Alonso Salazar, le contó a El Armadillo que tuvo que conformar su equipo con una mezcla de personas elegidas con criterios técnicos y recomendados de concejales:
“Teníamos reuniones cada 15 días en el despacho del personero y siempre había un cerro de hojas de vida que mandaban los concejales. Él se las pasaba al personero delegado y salíamos con 10 o 15 hojas de vida de cada reunión para que los entrevistáramos a ver dónde los acomodábamos. A veces nos dejaban rechazarlas cuando era gente muy mala, pero otras veces daban la orden de acomodar a esas personas donde fuera”, recuerda esa fuente.
Según dice, esas hojas de vida eran de concejales de diferentes corrientes políticas, pero en ese periodo fue particularmente influyente Luis Bernardo Vélez, que en 2004 empezó su primer periodo en el Concejo avalado por la ASI, pero en representación de Compromiso Ciudadano, movimiento del que fue cofundador junto a Fajardo y Salazar. “Luis Bernardo fue un concejal sensible, pero era una máquina de hacer clientela”, asegura ese exfuncionario.
Les preguntamos a Vélez y a Rivera sobre su influencia y sus “cuotas” en esos organismos. El primero solo respondió que su posición sobre el tema ya la había expresado en sus redes. Rivera, por su parte, dijo que para la Personería, en 2020, el Concejo simplemente ratificó a Vivas, que ganó el concurso a cargo de la UPB. Agregó que desde finales de diciembre está alejado de la política y dedicado a chequeos médicos.
Ahora, en el periodo del saliente William Yeffer Vivas en la Personería, la repartición alcanzó para varios concejales, pero sobre todo para un personaje con influencia política nacional que ha pasado de agache en toda esta historia: el exsenador de La U, Germán Hoyos.
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Su nombre es relevante no solo por los puestos que aún tiene en esa entidad —un funcionario directivo de la Personería nos dijo que son varias las personas que el exsenador Hoyos ha puesto en cargos de todos los niveles— sino porque es un denominador común entre Daniel Quintero y Federico Gutiérrez.
Y en ese punto resulta clave también la Contraloría. En 2022 El Colombiano expuso las cuotas en esa entidad de varios concejales de la coalición de Quintero en el Concejo. Además, documentó la cercanía de Hoyos con la entonces contralora Carolina Torres.
Luego, el concejal Luis Carlos Hernández, del equipo político de Hoyos, fue clave —por su ausencia o por su voto favorable— en la aprobación de algunos proyectos de Quintero. Una fuente del partido Independientes nos aseguró que, a cambio, ese grupo político recibió cuotas en entidades como Sapiencia.
Su tránsito al gobierno de “Fico” ocurrió sin mayores traumatismos y tenía un antecedente: en 2016 y hasta agosto de 2017 su hermano, Óscar Hoyos, fue secretario de Medio Ambiente en la primera alcaldía de Gutiérrez. En marzo de 2023, el exsenador se fue de la U con su equipo y varias de sus fichas aterrizaron en Creemos. Uno de ellos es el ahora concejal Damián Pérez, que hizo campaña de frente, en nombre del equipo de Germán Hoyos, junto a Federico Gutiérrez y Andrés Julián Rendón.
Pérez, a propósito, fue otro de los concejales que cambió drásticamente de opinión en la nota que les puso a los aspirantes a la Personería en la entrevista. En la primera oportunidad calificó a Vivas con 9,60 y a Rave con 5,0. Luego de las reclamaciones, y ya sin Vivas en ese “juego de poder”, el concejal de Hoyos y de “Fico” le puso a Rave un 10,0.
El 30 de enero, en su entrevista ante el Concejo, Rave, que es personero de Copacabana desde 2020, citó a Santo Tomás de Aquino y dijo que “las críticas que pueda recibir el personero vienen directamente de Dios”. Cerró con una reconstrucción, a su modo, de la parábola de la linterna de Diógenes de Sinope que habla sobre la dificultad de encontrar hombres honestos:
“Finalmente, concejales, Diógenes el Cínico andaba con un farol buscando un hombre sabio. Decía: ni aun con la luz prendida lo logro encontrar, no logro encontrar al hombre honesto. A ustedes la comunidad les ha entregado la posibilidad de buscar un hombre honesto que dirija la Personería. Les ha entregado ese farol. Revisen para que no vayan a buscar ese hombre honesto con el farol apagado”.
Quizá por eso la concejala Claudia Carrasquilla (CD) en las observaciones de su primera calificación —le puso 2,67 y luego 9,80— dejó en blanco la página de las fortalezas, pero sí escribió en la de debilidades: “Las entrevistas no son para filosofar, son para responder unos planteamientos con seriedad”.