El 7 de mayo, el Concejo de Medellín le entregó la orden al mérito Juan del Corral al politólogo argentino Agustín Laje. En su visita a la ciudad, el amigo de Javier Milei que se identifica a sí mismo como uno de los pocos intelectuales de la “nueva derecha”, también se reunió con el alcalde Federico Gutiérrez y reprodujo ante un auditorio con más de 600 personas las consignas de su “batalla cultural”.
Por: Juan David Ortiz Franco y Mateo Isaza Giraldo.
Eran las 7:10 de la noche cuando la presentadora subió al escenario. “Buenas noches, ¿me escuchan bien? Invitamos de manera muy amable a los concejales que hacen presencia en el evento para que por favor se sienten, en pocos minutos vamos a comenzar”. Volvió a probar el sonido, cambió de micrófono y empezó el saludo protocolario.
Los 600 asistentes que llenaron el auditorio de la Central Mayorista de Antioquia pagaron por una de dos opciones de boleta. La “general” costaba $140.000 y la otra, “meet and greet”, incluía el ingreso 45 minutos antes y un encuentro privado con el protagonista del evento.
Cinco minutos después, la presentadora volvió a invitar a los concejales, pero esta vez a que subieran al escenario. Eran cuatro: Andres “Gury” Rodríguez, Sebastián López y Leticia Orrego, del Centro Democrático; y Brisvani Arenas, del partido Conservador. En el centro estaba Agustín Laje Arrigoni que, sin pronunciar una palabra, ya recibía su primera ovación.
Sonó el himno de Colombia y luego la presentadora anunció el reconocimiento que le entregó a Laje el Concejo de Medellín: la orden al mérito Juan del Corral, la máxima distinción que esa corporación les otorga a personas e instituciones que se destacan en diferentes áreas. Entonces, leyó la resolución oficial: por “su destacada trayectoria como politólogo, periodista, filósofo y escritor”, porque “ha trascendido fronteras con su pensamiento y análisis sobre temas históricos y políticos”, porque “ha publicado cinco libros de relevancia internacional”, porque “promueve el respeto por la libertad individual, la propiedad privada y los valores republicanos”. Segunda ovación.
Primero habló el concejal Sebastián López: “Es un honor poder entregarte este reconocimiento en el marco de los 350 años de Medellín. Un solo mensaje: en una época de oscuridad tan difícil como la que vive nuestra patria, necesitamos referentes de luz como Agustín Laje que nos ayuden a encontrar las tesis correctas, los caminos correctos que ayudan a que los países y las sociedades salgan adelante. Hay que defender la libertad con toda (…) Tenemos que defender el Estado de derecho, la familia, los valores, la relación pública con Dios, todo lo que nos hizo grandes”.
Luego, Andrés Rodríguez: “Para mí sí que es un honor entregarle este reconocimiento, ahora que somos concejales, antes activistas. Nosotros hemos dado la batalla cultural en esta ciudad y yo hablo de nosotros porque la gente que usted ve son los soldados de la causa y hay muchos de los cuales yo llamo los espartanos. (…) Tenerte en Medellín es un lujo, usted es el máximo expositor de lo que queremos llevar para salvar esta nación y a toda Latinoamérica. Agustín, muchas gracias por estar acá, Dios lo cuide, Dios le pague y viva la libertad, carajo”.

Después hablaron el activista cristiano Jonathan Silva —que anunció la grabación de un documental que se llamará Colombia, fábrica de niños trans y celebró la presencia del congresista conservador Luis Miguel López por ser una voz contra el aborto—, el líder sindical Alejandro Ospina —que definió el sindicato que preside, de trabajadores petroleros, como el primero en Colombia de cosmovisión bíblica— y cerró el influencer y empresario Pedro Lopera, que presentó a Laje como un “rockstar entre los jóvenes” y pidió un “excelente y fuerte aplauso”. Tercera ovación.
Que los cuatro concejales que se subieron a la tarima del auditorio le entregaran a Laje esa orden al mérito fue posible gracias a lo que pasó el pasado 24 de abril, en los últimos minutos de la sesión plenaria del Concejo de Medellín. Ese día se impuso la “aplanadora” de la coalición que apoya al alcalde Federico Gutiérrez.
La iniciativa fue de los concejales Rodríguez y López, pero luego otros cinco adhirieron a la proposición: tres más del Centro Democrático, uno conservador y otro de Creemos. El único concejal que se opuso fue José Luis Marín, del Pacto Histórico.
También fue Marín quien pidió que la votación fuera nominal. Entonces, a diferencia de las votaciones ordinarias, con las que suelen aprobarse las proposiciones y que impiden saber cómo votó cada concejal, esta vez cada uno de los presentes tuvo que responder si apoyaba o no la distinción. En ese momento había 16 de 21 concejales. Votaron 14 y el resultado fue 13 por el sí y uno por el no.

Globalismo, aborto y reivindicar a «los patriotas»
Laje presentó su nuevo libro, Globalismo, con una conferencia que calificó como “una clase de ciencia política para gente del común”. Empezó por comparar a Medellín con su natal Córdoba, por ser ciudades rodeadas de montañas que son, dijo, trincheras de la derecha.
Habló de la batalla cultural en Argentina y de cómo “ganar esa guerra” les permitió quedarse con la Presidencia. Luego explicó el concepto que da nombre al libro como un régimen político en el que los Estados pierden autonomía por cuenta de organismos supranacionales como la ONU o la OMS, y cargó contra el feminismo y el “wokismo”.
—Mis libros tienen una particularidad y es que siempre que empiezo a pensarlos busco temas que no estén de moda, que incluso resulten raros al oído porque estoy cansado de que la derecha siempre llegue tarde. Siempre la derecha reacciona.
—El wokismo es una ideología que exacerba, radicaliza la dialéctica opresor-oprimido. Un modelo del discurso político que tiende a dividir al mundo social en solo dos partes enfrentadas. ¿Quién es el opresor en términos de sexo? el hombre, ¿quién es la oprimida? la mujer. (…) Por eso las chicas feministas hacen un deliberado trabajo para afearse y combatir los patrones de belleza hegemónica.
—El globalismo está en estado embrionario, es decir, está luchando por desarrollarse y nacer. Siguiendo con esta metáfora, al globalismo hay que abortarlo y para eso hay que hacer sonar la hora de los patriotas.
Cerró su intervención con la descripción de “los patriotas”. Apareció un mosaico en las pantallas con fotos de Santiago Abascal, Viktor Orbán, Donald Trump, Javier Milei, Nayib Bukele, Giorgia Meloni y Jair Bolsonaro. Habló de la necesidad de que “patriotas” lleguen al poder en Chile, Perú y Colombia, y de que reivindiquen las ideas de las “nuevas derechas”.

—Antioquia tiene que ser el núcleo de esta resistencia. ¿Cuál será el candidato? Esperemos que sea un candidato de derecha, el que sea capaz de enfrentar a Gustavo Petro y que no sea simplemente pasar de la izquierda hacia el centro, sino que sea pasar de la izquierda a la derecha para poder frenar todo esto. Espero que nos pongamos manos a la obra, a trabajar, ya no hay más excusas en la familia, en las redes sociales, en las calles.
El intelectual orgánico de la derecha
Agustín Laje aterrizó en Medellín recién graduado de doctor. El 6 de mayo, Jorge Moreno Gómez, vicerrector de la Corporación Universitaria de la Costa (CUC), en Barranquilla, leyó el discurso de apertura de un evento académico en el que Laje estuvo a cargo de la conferencia inaugural: “Hoy nos reunimos para reflexionar sobre el futuro, para escuchar ideas que nos impulsen hacia adelante y para escuchar a una de las mentes más brillantes de nuestra época”, dijo Moreno.
El vicerrector cerró su intervención y la presentadora del evento anunció “una sorpresa”. Llamó a Laje al escenario, el vicerrector le puso una estola sobre los hombros y le entregó un diploma que lo acredita como doctor honoris causa en Educación. Posaron juntos para la foto y luego Laje tomó el micrófono: “Vaya sorpresa, me acabo de enterar, estoy en shock”. Luego habló durante 50 minutos sobre libertad de expresión.
Después de su conferencia, Agustín Laje celebró su nuevo título con un post en X y dijo que la CUC es una de las universidades “mejor rankeadas de 1Colombia”. Unos minutos más tarde el presidente de Argentina, Javier Milei, retomó su mensaje para felicitarlo.
FELICITACIONES @AgustinLaje …!!! https://t.co/AXIQMktHXh
— Javier Milei (@JMilei) May 6, 2025
Mucho antes de ser doctor, de su gira por Colombia —estuvo en Barranquilla, Medellín, Santa Marta y este fin de semana en la Feria del Libro de Bogotá— y de que Milei fuera presidente, Laje ya había dejado clara su intención de convertirse en una figura central de la ultraderecha latinoamericana. Pero no una figura cualquiera.
En 2018, revista Anfibia publicó un perfil escrito por Juan Elman, que reconstruye la trayectoria de uno de los jóvenes “sub-30” que, para entonces, se había hecho visible por combatir la “ideología de género” en Argentina. Elman cuenta que fue gracias a una seguidilla de conversaciones con el escritor Nicolás Marquez, —a quien se acercó siendo un adolescente y convirtió en su mentor— que Laje decidió que su papel no era ser un militante más de la derecha sino un “intelectual”.
Con Márquez, mucho mayor que él, negacionista de las desapariciones de la dictadura argentina y otra figura clave de la ultraderecha de ese país en la reinterpretación que ese sector ha hecho de la “batalla cultural” del filosófo marxista Antonio Gramsci, Laje escribió El libro negro de la nueva izquierda.
En ese best-seller, publicado en 2018, proponen algo así como una pervivencia del comunismo a través de la producción cultural, del uso de “aforismos igualitarios” y de la imposición de las agendas de derechos. La izquierda, dicen, “secuestró la cultura” y pasó de expropiar cuentas bancarias “para expropiar la manera de pensar”.
En la sección del libro que le corresponde, Laje vuelve sobre su concepto fundamental y objeto de confrontación: la “ideología de género”. También habla de marxismo y postmarxismo —neomarxismo, lo llama— y (re)escribe la historia del feminismo, del que dice, tuvo “un origen noble” que se desvió “cuando el marxismo se puso a la cabeza”. Por eso, propone llamar de otra forma a las primeras feministas o a las “feministas radicales” de la actualidad y, entonces, califica la expresión “feminazis” como una “ingeniosa etiqueta”.
Nicolás Welschinger es sociólogo y doctor en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina. Es profesor e investigador sobre nuevas derechas y en 2024 publicó, junto a otros investigadores, el libro Está entre nosotros. ¿De dónde sale y hasta dónde puede llegar la extrema derecha que no vimos venir? Welschinger se refiere a Laje como un “intelectual orgánico” y como un “lector de derecha de Antonio Gramsci”.
“En un mundo de intelectuales de derecha conservadores, tradicionales, Laje aparece y se posiciona como joven, fresco, lleno de ideas”. Esas ideas, dice, “son básicamente una crítica al progresismo, a lo que llama la agenda woke, es fuertemente antifeminista y hace un llamado con tono épico a dar la batalla cultural contra la izquierda, lo que él llama la ideología de género y el marxismo cultural”.
Welschinger agrega que Laje reproduce un discurso “bélico” en el que no se trata ya de adversarios políticos en democracia, sino de dos bandos en disputa. En ese escenario, construye al progresismo, y a las izquierdas en todas sus facetas y vertientes, como el enemigo al que hay que exterminar.
“Creo que es realmente muy riesgoso asumir en democracia las posiciones que se derivan de sus libros y de sus videos —dice Welschinger— porque es una estigmatización del diferente, y un odio muy fuerte a toda una parte del espectro político y de la sociedad. Es un discurso fuertemente cargado de metáforas y también de construcción de evidencias parciales sobre lo que significa ser progresista, feminista o de izquierda”.
Esa construcción de evidencias parciales, que podría traducirse como una versión caricaturizada de las agendas de izquierda y de muchos movimientos sociales, para el investigador, ha sido una estrategia que ha tenido muchos efectos en las juventudes.
Sin embargo, asegura que sus ideas no son simplistas: “Tiene niveles de elaboración muy importantes. Bajo la idea de batalla cultural termina por reproducir el discurso de las élites que se olvidan de las mayorías populares, de la desigualdad y de la exclusión”.
Eso, la construcción de un personaje capaz de aterrizar sus ideas de acuerdo con el auditorio, también aparece en el perfil de Elman. La escena es la de una entrevista con un youtuber que empieza con un Laje rígido, que no reacciona a los chistes, que tira referencias bibliográficas mientras su interlocutor se aburre y no logra seguirlo. Luego de un corte, Laje se transforma, acude a lugares comunes, la charla se hace fluida, mucho más parecida a lo que el entrevistador esperaba ofrecerle a su audiencia.
No es azar, es estrategia. Elman le pregunta luego a Laje por ese episodio. “Hay muchos públicos, distintos tipos de gente a la cual uno tiene que llegarle”, dice. “En el fondo lo que tengo que lograr es que el pibe, que entra por esos chistes, en un momento diga ‘me hacen falta más argumentos’ y me mande un mail”. Como su clase de ciencia política para gente del común.
El perfil de Elman no pretende ser premonitorio, pero lo es. En realidad, lo premonitorio está en las propias palabras de Laje:
—Hasta hace dos años para mí esta causa estaba perdida. Hoy creo que la podemos ganar.
Era 2018 y gobernaba Mauricio Macri, la derecha tradicional a la que Milei también criticaba, aunque luego pactó con ella para ganar las elecciones y gobernar. Pasaron cinco años: el 10 de diciembre de 2023 Laje publicó en sus redes una foto en la Cámara de Diputados de Argentina. Saluda junto a Nicolás Márquez: “Desde el palco de la asunción de Javier Milei, junto a mi hermano y maestro @nicolasmarqueznoriega. Día histórico e inolvidable”.

Nicolás Welschinger dice que la influencia que Laje tiene sobre el gobierno de Milei se hizo muy explícita en el discurso del mandatario argentino en el Foro de Davos, en enero de este año: “Repitió todos los lugares comunes de la agenda antiprogresista que Laje viene construyendo en los últimos años. Fue en contra de las diversidades, particularmente de los matrimonios del mismo sexo y de las personas gays, diciendo que había que pensarlo como una enfermedad o como un desvío, y asociándolo a la pedofilia”.
En efecto, el Milei de la reunión Anual del Foro Económico Mundial, habló mucho menos de economía y mucho más de “la cultura de la relatividad sexual”, de “wokismo” y de “ideología de género”. Quizás hacer balance de las políticas económicas de su gobierno era desaprovechar la mejor tribuna que ha tenido hasta el momento para expandir su “batalla cultural”:
—Y el gran yunque que aparece como denominador común en los países e instituciones que están fracasando es el virus mental de la ideología woke.
—El feminismo radical es una distorsión del concepto de igualdad y aún en su versión más benévola es redundante, ya que la igualdad ante la ley ya existe en Occidente.
—Llegamos, incluso, al punto de normalizar que en muchos países supuestamente civilizados si uno mata a la mujer se llama femicidio, y eso conlleva una pena más grave que si uno mata a un hombre solo por el sexo de la víctima.
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El Agustín Laje del año y medio que ha pasado desde que asumió Milei tiene ahora 36 años, publicó otro best-seller; recorrió América Latina, Estados Unidos y España con sus conferencias sobre el feminismo, el aborto y las familias; sobre la liberdad de expresión, los medios y el periodismo; sobre la censura de la que dice ser víctima y sobre la amenaza del globalismo.
También creó una fundación para formar líderes de derecha y llevar su “batalla cultural” por el mundo; celebró el retiro de Argentina de la Organización Mundial de la Salud y reprodujo teorías de la conspiración sobre la pandemia del COVID-19. En Instagram tiene 1.2 millones de seguidores; en YouTube, 2.5 millones. Conversa cada tanto con Milei, aunque dice que no es formalmente su asesor sino que hablan “en clave de amigos”. Y, claro, en su visita más reciente a Colombia llenó auditorios, se reunió con el alcalde Federico Gutierrez, se llevó un doctorado sorpresa y una carpeta con una orden al mérito del Concejo de Medellín.

Hablamos unos segundos con él al final de su conferencia, tuvimos que esperarlo más de una hora mientras firmaba cientos de libros. Le preguntamos por sus apuestas en Colombia, queríamos que sacara sus cartas para las elecciones de 2026, las que no mencionó durante su intervención. No fue difícil, no se guardó nombres, lanzó a sus soldados al frente. En eso también consiste la “batalla cultural”:
—Lo que la sociedad colombiana se está preguntando y lo que, por lo tanto, desde afuera también estamos preguntándonos es si Petro va a intentar buscar algún mecanismo, ya no legal o jurídico, sino netamente político para perpetuarse en el poder. Cuando esa duda se disipe yo voy a hacer fuerza y voy a apoyar a la persona que más hacia la derecha se encuentre dentro de los que tienen posibilidades reales.
—¿Uno o dos nombres que le parezcan fuertes?
—Miguel Uribe, la senadora Cabal y Vicky Dávila son nombres interesantes.
